lunes, 14 de mayo de 2007

IDENTIDAD

Recuerdo que temprano una mañana, cuando nuestros hijos eran muy pequeños, mi esposo y yo estábamos planificando las actividades semanales del Beit Jabad. Dos de nuestras hijas (en ese entonces de 4 y 5 años) ya se habían levantado y esperaban sentadas en las escaleras que se hallaban al lado del escritorio de mi marido.
De pronto, la conversación entre ellas se tornó muy seria y ambos decidimos hacer silencio y oír la charla sin que notaran que estábamos escuchando (solíamos hacerlo muy seguido y disfrutábamos muchísimo de sus comentarios). Todo comenzó cuando pasó junto a ellas la señora que ayudaba en las tareas domésticas. La más pequeña preguntó:
“¿Mary está casada?” .La mayor respondió: “Sí, claro. Tiene 3 hijos”.
La pequeña inquirió nuevamente: “Pero si está casada... ¿Por qué no se cubre el cabello como Mami?”
La mayor, ya inquieta, le volvió a contestar: “¡Porque Mary no es judía!”. Al ver la confusión en la carita de su hermana menor, agregó: “Mami es judía. Tati (Papá) es judío. ¡¡¡Nosotros somos judíos!!!”
La pequeña, totalmente embrollada preguntó: ¡¿Judíos?! ¡¿No éramos Kapeluschnik?!”
La cuestión de la identidad es, de hecho, un tema muy judío y tema de discusión obligatoria en cuanto Congreso Comunitario de jóvenes y no tanto, se realice. Preguntas existenciales como: ¿Qué es ser judío? ¿Cómo somos judíos? Están siempre en el orden del día. Nos rasgamos las vestiduras porque a cada instante un judío corre riesgo de asimilarse.
Hace unos días participé de la emotiva ceremonia de Bat Mitzvá organizada por Morasha Jabad. Allí 15 niñas judías de diferentes ámbitos, declararon estar identificadas con su judaísmo y hablaron de ello con alegría y entusiasmo.
Uno de los tíos de una pequeñita -evidentemente conmovido por la hermosa vivencia- se acercó a charlar con mi esposo durante el brindis. En eso, notó la presencia de mi hija menor. Se volvió a ella y le dijo: “¿Sabés querida, qué es lo más hermoso que me pasó en la vida?” Y antes de esperar respuesta agregó: “¡Haber nacido iehudí!”. Lo dijo convencido. Lo dijo con seguridad. Y aunque era evidente que su vida no había sido nada fácil, estaba agradecido por el hecho de pertenecer al Pueblo de Israel.
En mis clases de Historia Judía, muchas veces mis alumnos reflexionan acerca de los hechos del pasado y me dicen: ¡Nuestra Historia está plagada de tragedias y persecuciones!” Y a pesar de ello, ninguno se para y exclama: “¡Ah no! ¡Yo renuncio!” Por el contrario, se sienten identificados y orgullosos de sus antepasados que resistieron todo tipo de torturas y no claudicaron.
Algunas veces padres nos consultan acerca de qué hacer para que sus hijos se identifiquen como iehudim. Les respondemos que sólo existe una vitamina para fortalecer la identidad judía: la educación judía vivencial. Es imposible ser iehudí del corazón. Es inútil tratar de forjar una generación de judíos sólo con ideales. Es necesario mostrarles, enseñarles y ayudarlos a vivir la belleza de la Torá y sus Preceptos. Elijamos correctamente por nuestros hijos. Ayudemos a nuestros nietos. Todavía estamos a tiempo.
Encender las velas de Shabat y Iom Tov. Colocar Mezuzot en las puertas de nuestros hogares. Comer comida Kasher. Honrar el Shabat. Tomar clases de Torá. Y por sobre todo, brindarles la oportunidad de conocer sus raíces, son los nutrientes esenciales del alma de un iehudí. Únicamente esta forma, la identidad judía ya no será más un problema para tratar.
Miriam Kapeluschnik

NO RENUNCIARENOS SIQUIERA A UN SÓLO HIJO

Los preparativos para Pesaj nos hacen literalmente “dar vuelta” la casa en búsqueda del Jametz.
La limpieza exhaustiva que realizamos nos permite hallar viejos tesoros un poco olvidados: Fotografías de la infancia de los chicos, dibujitos que nos regalaron, una carta (Sí! ¡Había una época en la que tomábamos un trozo de papel, una lapicera y escribíamos un mensaje, algo que nos era importante transmitir a otra persona y lo enviábamos por correo postal! Explicación para los jóvenes que nacieron en la época del Internet y el e- mail) Y todo esto provoca que en medio de la limpieza nos sentemos por un instante a leer, mirar un rostro querido que nos sonríe desde una fotografía y recordar...
Pesaj es el Festival de los recuerdos, es inevitable. A medida que se acerca la noche del Seder, y hacemos las compras específicas, las imágenes y los aromas vuelven a nosotros.
Aparecen ante nuestros ojos las caras de nuestros abuelos, que con tanto cariño y amor preparaban su casa para la fiesta. Los días previos a Pesaj eran tan especiales... se pintaba- como mínimo- la cocina. La vajilla especial que salía de esos misteriosos armarios, el pescado, la matzá, los miles de latkes...
¡Y la noche del Seder! La lectura de la Hagadá en un hebreo distinto al que estudiábamos en el shule, rápida, las canciones. Personalmente,-aún ahora- al cerrar los ojos, veo la mesa de Pesaj, las velas ardiendo, las caras sonrientes, el vino rojo, la copa de Eliahu.
Pero este año, en medio de una conversación con mi esposo, recordé algo que quizás marcó mi alma pre adolescente como fuego. Seguramente sucedió unos días antes de Pesaj. Estábamos en el shule. Cursábamos 6to grado. Éramos casi 40 alumnos. El moré, de pronto, preguntó:
-“¿Quiénes realizan el Seder de Pesaj en casa? No me refiero a la cena, sino a toda la ceremonia que implica. A ver, levanten las manos...”
Sólo dos, de entre 40, levantamos las manos. Me sorprendí, no podía creerlo. Para mí era tan obvio que el Seder debía realizarse. En mi corazón infantil me sentí feliz, privilegiada, orgullosa y agradecida. Estaba recibiendo y tendría lo que transmitir.
Pasaron bastantes años desde ese momento. Seguramente la situación es la misma, o peor. No podemos quedarnos quietos. Somos nosotros, cada uno desde su puesto, los responsables de nuestra generación. Debemos aprender, practicar y trasmitir. ¡Sí! Acción. Vivir esos hermosos instantes junto a los nuestros. Cada niño judío es nuestro hijo, nuestro nieto, nuestro alumno. No queremos dejar a nadie afuera. Para que cuando preguntemos: “¿Quién participa de un Seder? ¿Quién hace Seder en casa?” Todos, absolutamente todos, levanten la mano.
Miriam Kapeluschnik

EL AGRICULTOR EXITOSO

Hace pocos días se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento del Rabino Dovber Baumgarten Z”L. Pensamos en escribir una nota sobre él, pero no de la manera tradicional, sino tratar de rescatar la imponente labor que realizó y su personalidad fuera de lo común.
Siendo desde muy joven uno de los más cercanos Jasidim del entonces joven también Rebe de Lubavitch, Rab Baumgarten llegó a la Argentina.
Desde sus primeras visitas a nuestro país comenzó con diferentes temas relacionados con la vida judía aquí. La famosa publicación CONVERSACIONES CON LA JUVENTUD, la Shejitá (faenado de carne casher), contacto con diferentes comunidades, etc.
Siendo una persona que contaba con la amplia confianza del Rebe, durante varios años se constituyó en algo parecido a un “inspector” de los Batei Jabad. Su tarea consistía en observar y sondear el trabajo de los Shlujim (emisarios del Rebe), pero por sobre todas las cosas, verificar su bienestar. En una ocasión, visitando a los shlujim de la ciudad de Miami en el año 1958, con toda confianza ingresó a la cocina, abrió la heladera y observó que sólo había una lata de sardinas abierta y algo de repollo. Luego abrió las alacenas y confirmó sus sospechas: ¡estaban vacías!. Se dirigió a la sala y se sentó frente a la señora del shliaj y le preguntó: “¿Desde cuándo la situación está así?”. La mujer no pudo contener las lágrimas y comenzó a llorar. Rab Baumgarten supo entonces que la familia estaba pasando por serios problemas económicos. Salió de la casa, se dirigió al supermercado y realizó una gran compra, aprovisionando a esta familia con todo lo necesario. Luego le dijo a la Shlujá: “No quiero enterarme que algo así vuelva suceder. Cuando notes que lo comprado se está terminando, y creas que estás en problemas para reabastecerte, comunícate con este teléfono y nos haremos cargo. El Rebe desea que sus emisarios vivan con amplitud y tranquilidad”.
En el año 1964 ya se instala en nuestro país casi definitivamente. Ese año hace traer Matzot y productos casher lepesaj desde el exterior. Lamentablemente se declaró una huelga en el puerto de Buenos Aires y no se permitía la entrada de los barcos. Pesaj ya estaba por comenzar y las matzot no podían ser descargadas. Después de muchos esfuerzos y milagros, el mediodía antes de Pesaj Rab Baumgarten y Rab Ekstein lograron que las matzot fueran descargadas y distribuidas entre la gente.
Ése mismo año, le ofrecen la dirección del orfanato que funcionaba dentro del Hogar de Ancianos de Burzaco. Su obra allí fue maravillosa. Entre las anécdotas más destacadas, se encuentra la de su esfuerzo para casherizar toda la cocina del lugar. Se encontró con grandes opositores que trataron de disuadirlo de lograr su cometido, entre ellos el intendente del lugar, que hacía todo lo posible para causarle problemas. Pero nada era un obstáculo para Rab Baumgarten. El cocinero, un gentil descendiente de italianos, lo apoyó y le dijo: “Veo que lo que usted quiere hacer es para el bien de todos. Si el proceso consiste en poner al rojo vivo todo, no hay inconveniente. La cocina temblará por un instante. Pero todo saldrá bien”. Y así fue.
Su sensibilidad le hizo notar que la comida, que debía ser abundante, ya que el gobierno ayudaba con alimentos a la institución, escaseaba. El Rabino no podía soportar que los ancianos y los niños fueran alimentados con tanta privación. Decidió investigar por su cuenta. Una noche se escondió en el depósito, junto a la llave de luz. A las 2 de la mañana oyó ruidos. Alguien entraba. Encendió las luces y encontró al conocido intendente del lugar y otros de los trabajadores. El intendente lo apuntó con un arma. Rab Baumgarten se abrió la camisa y le dijo: “Dispare si cree que es valiente”. El hombre bajó el revólver. Después de un corto período, el Rabino dejó el lugar. Pero no se fue solo. Se llevó con él a un importante grupo de jovencitos que crecieron en el camino de la Torá y hoy han formado importantes familias dentro de la comunidad judía.
Pero quizás su más importante labor fue la de la siembra. ¡¡¡Sí!!! No es que se tratara de un agricultor en el sentido literal de la palabra. Fue un exitosísimo agricultor espiritual. De su plantación crecieron los más destacados “productos” de la dirigencia religiosa judía de la Argentina y de muchos puntos importantes del planeta. Era un líder nato, que supo mostrar el camino de la Torá y el Jasidut a quienes formaba.
Tuve el mérito de conocerlo cuando tenía 12 años. Recuerdo que al verlo me sentí invadida por un enorme respeto y conmoción. Era una persona monumental, física y espiritualmente. Sabía qué decir a cada persona, en el momento justo. Nunca voy a olvidar el diálogo telefónico que mantuve con él después de una situación que para mí, adolescente, parecía terrible y sin solución. Habíamos utilizado un artículo de repostería adquirido en el almacén casher que, luego supimos, no cumplía con los requisitos necesarios para ser estrictamente casher. Desesperada llamé a Rab Baumgarten. Luego de explicarle los detalles de lo sucedido, me indicó cómo solucionar el problema. Pero yo no quedé conforme. Sentía una profunda angustia. Le pregunté: “Rebe (así lo llamaban sus alumnos) ¿la cocina va a seguir siendo casher?”. Y el gran Rabino, el pedagogo, el intuitivo y sabio que sabía entender los sentimientos de cada persona, aunque se trate de una simple jovencita, respondió con un tono alegre y seguro: “¡Casher como para Moshé Rabeinu!” Les confieso que mi alegría no tenía límites. Eran las palabras que necesitaba oír. Quizás en mi adolescente corazón creí que incluso el Rebe de todos los Rebes podría comer en mi casa.
Como director, primero de la Ieshivá Jafetz Jaim y luego, de la primer Ieshivá de Jabad en la Argentina, formó a sus alumnos, los instó y ayudó para que viajaran a Ieshivot del exterior y lograran perfeccionarse. Se dedicó también a elevar el standard de vida religiosa del país y trabajó para ofrecer mayor variedad y calidad en el cashrut.
Su vida personal siempre estuvo en segunda línea. Para él lo importante eran sus alumnos y la misión que su Rebe le había encomendado. Lamentablemente, falleció cuando tenía 55 años.
Para poder relatar los miles de hechos importantes y detalles de su vida, serían necesarias miles de páginas. Pero lo que seguramente sería imposible de registrar es el impacto que produjo en la vida judía de la Argentina en particular y de medir la cantidad de almas que en su corto paso por este mundo, ayudó a unir con el Creador. Podríamos decirle muchas cosas, pero prefiero terminar con la palabra que pronuncio cada vez que tengo la oportunidad de visitar su lugar de reposo, a escasos metros del Rebe de Lubavitch: “¡GRACIAS!”.
Miriam Kapeluschnik
(agradecemos al Rabino Pinjas Baumgarten, hijo de Rab Baumbarten, por su colaboración)

TEFILÍN Y VIAJES

¿Qué tienen en común un par de Tefilín y los viajes?. No, no se trata de los famosos chistes que comienzan así. Me formulé la pregunta mientras volvíamos de estas vacaciones. En esas largas horas de ruta, recordé tres situaciones parecidas vividas en diferentes momentos.

*Cuando nuestro primer hijo tenía un año, viajamos a Nueva York para visitar al Rebe de Lubavitch. ¡Memorable!. También se nos presentó en esa ciudad la oportunidad de visitar Eretz Israel y emprendimos el viaje. Preparé una buena cantidad de galletas de chocolate para entretener al bebé en el largo traslado. Pero la inexperiencia no me hizo prever que el chocolate haría estragos en la ropa de mi marido, que sostenía al niño. El avión hizo escala en Holanda. Rápidamente los judíos observantes organizaron un Minián para las Plegarias de la mañana. Cuando mi esposo se abrió el saco para vestir su Talit, quedó a la vista su camisa manchada. No pude resistirme y exclamé: “¡Qué sucia está esa camisa!”. Frente a nosotros se hallaba un muchacho que observaba toda la escena. Al oír mis palabras sonrió. Mi marido se percató de ello y preguntó: “¿Sos argentino?”. El joven respondió positivamente. También era iehudí. Y entonces, llegó la pregunta de rigor: “¿Ya colocaste Tefiín hoy?”. No, nunca los había colocado. Y allí mismo, con la camisa manchada, un iehudí realizó su Bar Mitzvá.

*Viajamos con un grupo de adolescentes de la ciudad de Concordia- Entre Ríos- a Israel, en un inolvidable viaje de estudios. Ya en vuelo, nos informaron que en esa primera etapa del viaje no había suficientes bandejas de comida kasher. Después de las aclaraciones y disculpas pertinentes de parte de la tripulación, el hombre sentado al lado de mi esposo comenzó a indagar acerca de qué era la dieta kasher. La charla duró toda la noche. El hombre, que era profesor de la universidad, se mostraba muy interesado. Finalmente, cuando al amanecer mi marido se preparó para colocarse el Talit y sus Tefilín, el hombre le confesó que era judío. Resultado: Bar Mitzvá a 10.000 metros de altura.

*Este año, vacaciones en Bariloche. Muy tranquilas y sin demasiada aventura. Se nos rompió el automóvil. Ubicados muy lejos de todo, en medio del bosque, los trámites a realizar por el alquiler del lugar se dificultaban. La intermediaria, una mujer judía, nos enviaría a alguien para firmar los papeles. Esa tarde llegó un muchacho en moto. En medio de la conversación de rigor, le confesó a mi esposo que no trabajaba en la empresa. Sólo le hacía un favor a su hermana, la intermediaria. ¡Era ihudí!. “¿Y qué hay de los Tefilín?” “No, nunca”. Sí, ya saben... Bar Mitzvá en el bosque.

No piensen que se trata de casos aislados o de una “manía” de mi marido. Cada jasid de Jabad tiene cientos de historias parecidas. Esto es simplemente el llevar a cabo lo que el Rebe nos enseñó: No hay que desperdiciar ninguna oportunidad. Tefilín y viajes son totalmente compatibles. De vacaciones, o por trabajo. A propósito... ¿Ya colocó Tefilín hoy?
Miriam Kapeluschnik

PREMIO NOBEL AL CREADOR

Estamos en época de entrega de premios Nobel a las diferentes disciplinas y ciencias. Siempre es interesante escuchar o leer acerca del elegido y por sobre todo saber por qué fue distinguido por la Academia Sueca de Ciencias.
Hace unos días, Roger Kornberg recibió el Premio Nobel de Química 2006. Fue consagrado único ganador del mismo pues a lo largo de sus estudios logró desentrañar y fotografiar en el nivel molecular uno de los procesos centrales de todas las formas de vida: la trascripción genética. Es decir, el mecanismo por el cual un gen produce una copia complementaria de sí mismo capaz de salir del núcleo e ingresar en el citoplasma celular con la “receta” para ensamblar una proteína.
Al leer el artículo que explicaba brevemente la importancia de este descubrimiento, mi mente se trasladó a la Parshá de Bereshit- Génesis. Con esta palabra comienza la Torá, y este vocablo encierra también la “receta” de la creación del mundo. Este mundo tan perfecto que no acabamos nunca de descubrir. Un mundo maravilloso y bello, en donde todo funciona con absoluta precisión. Simplemente, al investigar y revelar incluso el más infinitesimal detalle no podemos más que reconocer que hay un Creador que está constantemente detrás de todo.
Y justamente este es el mensaje de Shabat Bereshit (así es llamado el Shabat en que se lee la primer Parshá de la Torá). Nuestros Rebes nos enseñan que éste tiene una fuerte influencia sobre todos los días de año. ¿Por qué? ¿Qué tiene de particular la lectura de la Torá de esta semana, con respecto a las de todo el año?.
El hecho de que “En el principio Di-s creó los cielos y la tierra”, es decir, Que Hashem creó el mundo entero como “algo de la nada absoluta” nos lleva a la conclusión que la Creación se lleva a cabo a cada instante. El Baal Shem Tov revela que el versículo de los Salmos: “Por siempre Di-s, Tu palabra se alza firme en los cielos” significa que “Tu Palabra”- esas palabras y letras mediante las cuales fueron creados los cielos se alzan firmes por siempre dentro del firmamento del cielo y están por siempre investidas dentro de los cielos para darles vida. (Ver Tania versión castellana Editorial Kehot Sudamericana).
Y este es el fuerte mensaje de Shabat Bereshit. Cuando intentamos hacer una Mitzvá, realizar una buena acción, estudiar Torá y sentimos que se nos presentan variados obstáculos, debemos recordar que en realidad el mundo existe y funciona porque Di-s lo está creando constantemente. Y sabiendo esto, entenderemos que no es lógico que la realidad obstruya el cumplimiento de los preceptos de Su Creador.
Para comprenderlo y tomar fuerzas para seguir adelante y lograr nuestro cometido, basta con mirar a nuestro alrededor, ver en cada elemento una manifestación de la energía Divina y aprovechar cada instante para hacer lo que se espera de nosotros. Y seguramente así, le otorgaremos un especial Premio al Creador del Universo.
Miriam Kapeluschnik
(Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch)

TOD ACERCA DE SARA

TODO ACERCA DE LA VIDA DE SARA
Ese hubiera sido, seguramente, el titular de las más importantes publicaciones de la época. ¡Sí! ¡Sara, nuestra Matriarca, era una figura conocidísima del jet set internacional de aquellos días! Pero no de la manera a la que estamos lamentablemente acostumbrados en nuestro tiempo.
Nuestros Sabios nos enseñan que Sara era una mujer absolutamente completa. En los 127 años que vivió, la Torá nos asegura que era tan pura a los 100 como a los 20 y tan hermosa y magnífica como a los 7. Sabemos también de su excelente criterio y sensatez. Seguramente muchas de las empresas de Abraham fueron exitosas gracias a los inteligentes y acertados consejos de su esposa.
Es más, su nivel de profecía era más elevado que el de su propio esposo, hasta punto tal que Di-s mismo lo legitimó diciendo: “Todo lo que te diga Sara, préstale atención”
Ella también era reconocida por su belleza física absolutamente natural y sin operaciones correctoras de por medio. Incluso reyes poderosos desearon desposarla.
Era una experta en la cocina, sus “menús gourmet” eran apreciados por miles de turistas que llegaban a la residencia de Abraham, sabiendo que allí se les serviría una comida digna de ser recomendada por la famosa guía Michellín de la época.
Evidentemente, una mujer multifacética. En nuestros días diríamos que tenía todas las posibilidades de ser declarada “la mujer del año”, aspirar a un importante cargo político, dedicarse a dictar conferencias en las grandes capitales del mundo, ser una autorizada consultora de negocios y por supuesto, de aparecer en las tapas de las más célebres revistas del ambiente de la moda y de ‘los ricos y famosos’. Su imagen aparecería también en todos los medios, puesto que sería una persona absolutamente notoria.
Sin embargo, en la Torá sólo se oye la voz de Sara cuando defiende su punto de vista como madre judía. No se trata de ningún dulce reportaje en el que describe las aptitudes de su único hijo, sino de una fuerte declaración en la que marca las pautas para que toda su descendencia- hasta la llegada del Mashiaj- se conduzca por la senda marcada por la Voluntad Divina. No se permite concesiones ni siquiera en el más mínimo detalle. Es momento de tomar una fuerte decisión y no ‘le tiembla la muñeca’ para hacerlo. Es por eso que podemos señalar que, a pesar de todas sus condiciones, lo más importante en su vida fue la de asumir su rol de educadora y forjadora del camino que transitaría su descendencia. Ella se aseguró que su hijo formara un hogar judío, con todos los detalles.
En estos confusos días que vivimos, donde el éxito y la belleza se miden de acuerdo a pautas ajenas a lo trascendental, donde sólo lo efímero parece prevalecer, debemos resaltar la virtud de Sara e imitarla. Hemos recibido como herencia su talento, habilidad y coraje. Asumamos nuestro papel con orgullo y forjemos también el camino para nuestra descendencia de acuerdo a los valores eternos de la Torá, que fueron los que nos permitieron llegar aquí hoy y los que defendió Sara con todo su ser.
Dedicado a Sara- mi madre- que supo con suma inteligencia utilizar los mismos parámetros para medir lo importante de la vida, que nuestra Matriarca. Miriam Kapeluschnik

¿TE GUSTA RECIBIR VISITAS?

Seguramente la mayoría de las personas responderá positivamente. Nada más lindo que arreglar un día y una hora con amigos o parientes. No hay como una cena familiar planificada, un té con amigas o un asado de camaradería.
Sin embargo, los iehudim tenemos una Mitzvá –precepto- llamada HAJNASAT ORJIM, algo así como “hospitalidad con los huéspedes”. Esas visitas que no tenemos tan planificadas y que quizás ni siquiera estaban previstas. Personas quizas vemos por primera vez. El epítome de esta Mitzvá- Abraham Avinu, nuestro padre- nos la heredó con todo el fervor con el que la llevaba a cabo. La mayoría de los relatos de la vida judía a través de nuestra milenaria historia, están basados en esta importantísima Mitzvá. Todas las comunidades judías practicaron este precepto sobresalientemente. Pero... ¿hoy en día? ¿Para qué están los hoteles y los restaurantes? ¿Qué tengo para hablar con un desconocido?
Hace unas semanas una de mis amigas, que se destaca inmensamente junto a su esposo por recibir huéspedes esperados e inesperados en su casa, me relató una anécdota que recién había sucedido y que me llenó de admiración: Su esposo había viajado al interior del país por negocios y volvía a su casa un jueves de noche. En el aeropuerto, mientras esperaba abordar su avión, se le acercó un grupo de mochileros israelíes que viajarían con él y que lo identificaron como iehudí (nuestro amigo es un jasid de Jabad). Se saludaron con el tradicional Shalom, y luego de un intercambio cordial de palabras acerca de los hermosos paisajes de la Argentina, nuestro amigo les preguntó: “¿Saben que mañana es Shabat?” Ellos respondieron: “¡Si, por supuesto!” A lo que él agregó: “ ¿Quieren venir a participar de la cena de Shabat a mi casa?” Ellos sonrieron agradecidos, y se disculparon: “Gracias por su invitación. Pero nuestros amigos en Buenos Aires ya nos avisaron que estaremos este Shabat en la casa del Sr X” El esposo de mi amiga sonrió sorprendido y les dijo: “Mucho gusto. ¡Yo soy el Sr X!” Al otro día, para la cena de Shabat, llegaron a la casa de nuestros increíbles amigos ¡¡¡26 mochileros!!!.
Como en muchas casas judías, cada Shabat o Festividad, mi hija menor insiste siempre en colocar cubiertos demás en la mesa. Y cada vez que lo hace me recuerda que así, cuando mi esposo llegue de la Sinagoga con algún huésped que “no figuraba en la lista” éste sienta que en realidad estábamos esperándolo. HAJNASAT ORJIM consiste pues, en recibir a nuestros invitados con alegría, brindándoles lo mejor que tenemos. Compartiendo con ellos nuestra comida, nuestra atención, enseñanzas de la Torá, un momento de calidez y belleza espiritual. Hashem nos da la posibilidad de elevar a través de esta Mitzvá cada uno de los elementos físicos que intervienen en ella. No importa el tamaño de la casa o de la mesa. Como decía una antigua publicidad, que bien podría ser el slogan del HAJNASAT ORJIM verdadero: ¡Siempre hay lugar para uno más!
Miriam Kapeluschnik

UN TAXISTA DE FE

Muchas veces tengo la enorme satisfacción de encontrarme con gente- en su mayoría iehudim- que siguen semana a semana la Enseñanza Semanal (valga la redundancia). No siempre conocemos los rostros, o aunque sea, los nombres de aquellos para quienes trabajamos y tratamos de brindar lo mejor. Los imaginamos, nos ponemos en su lugar, nos esforzamos para entregarles a través de historias, análisis de la Parashá, Halajot (leyes judías), pensamientos y reflexiones- la esencia y el mensaje viviente de la Torá y el Jasidut. Y ustedes, los lectores, se acercan con cariño. Nos quieren como si fuésemos parte de la familia. Amigos de toda la vida. Hoy quiero contarles una vivencia que tuve hace unos meses acerca de un lector atípico. Aquí va...
Luego de haber visitado el Centro Morashá Zona Norte (ubicado en Martinez) tenía que trasladarme al Centro para la Juventud del Lazo, donde dicto una clase. Para llegar a tiempo, tomé un radio taxi. Cuando subí al auto, le indiqué al chofer: “Salguero y Cabello”.
El hombre sonrió y me dijo: “¡Ah... va al Centro para la Juventud!”. Asentí sorprendida. Él continuó hablando: “Mi morá (maestra) de hebreo estudia allí”. Me sentí realizada. Viajaba con un chofer de “la cole” y tenía conmigo el último ejemplar de la Enseñanza (recién salido “del horno”) para entregarle. Igual pregunté: “¿Usted es paisano?”
“No” me respondió. Ante mi sorpresa comenzó a relatarme que había nacido en el barrio de Villa Crespo y gran parte de sus amigos y vecinos eran judíos. Vivenció las festividades judías a través de las comidas tradicionales. Conocía mucho de lo judío. Pero religión, nada. Sin embargo, después de conocer al Rebe de Lubavitch (sí señores, así me dijo) se dedicó a aprender e investigar todo lo relativo a la Torá y sus Preceptos. Sus fuentes principales de información eran (¡Sí! Ya lo adivinaron): La Enseñanza Semanal (que colecciona y que gran parte ha regalado a pasajeros judíos) y la JABAD MAGAZINE. Me comentó sobre diferentes historias publicadas, que conocía casi de memoria y que acostumbra a relatar a sus pasajeros. De pronto, en mitad de su narración, me aseguró que el Rebe lo cuidaba. Para demostrarlo me contó que cierta vez hizo un viaje hasta unas cuadras pasado el límite con la Capital Federal. Al descender el pasajero, una jovencita subió y le indicó que deseaba llegar al Tren de la Costa (también en Provincia de Bs As). Por razones legales, él debía entrar nuevamente a la Capital y desde allí comenzar el recorrido. Pero al tratar de retomar el camino se desvió y todo se hizo más largo. Disculpándose con la pasajera y asegurándole que no le cargaría el error en la cuenta, le sugirió que todo tiene que ver con la Providencia Divina. La muchacha estuvo de acuerdo, aduciendo que se había salvado de morir en el atentado a la AMIA, por haberse quedado dormida y llegar tarde a entregar una mercadería. Entonces el chofer le relató la historia publicada en JABAD MAGAZINE, de un miembro argentino de la Embajada de Israel, que había estado con el Rebe de Lubavitch en febrero del ’92 y el Rebe le había dado una bendición especial para larga vida en un contexto que no era el común. Un mes después, lamentablemente, sucedió el atentado a la embajada en Buenos Aires, y este hombre salió ileso de su oficina. Luego explicó que la bendición del Rebe lo había protegido. La joven, afectada por la historia, le dijo: “Veo que es usted una persona de fe” y agregó: “quiero que sepa que subí al taxi con toda la intención de asaltarlo. Mis amigos están esperando en el lugar que le indiqué. Pero ahora no puedo hacerle esto”. Decidieron que ella bajaría rápido, alegando él no deseaba seguir el viaje. Al llegar al punto, además de los amigos de la chica, había un muchacho rubio con dos jovencitas japonesas que le hicieron señas. La frustrada asaltante se bajó velozmente y el muchacho rubio subió con sus amigas. Nuestro chofer estaba conmocionado. ¡Se acababa de salvar de un horrible asalto!. Por supuesto se lo comentó al nuevo pasajero, relatando también la historia del Rebe de Lubavitch y su Jasid en la embajada. Al concluir el viaje, el muchacho le sonrió y le dijo: “Sabe algo... yo soy judío”. En este punto, yo ya estaba llegando a mi destino. Al despedirnos, entregué a Osvaldo (ése es su nombre de pila), el último ejemplar de la Enseñanza Semanal...
Miriam Kapeluschnik

EL ÁRBOL Y YO...

¿Quién no posee una historia en su vida que lo una a un árbol? Quizás usted cree que no tiene ninguna. Sin embargo le propongo un corto y refrescante ejercicio: Cierre los ojos por un instante y trate de recordar, busque un árbol en su memoria. Seguramente lo hallará.
Si evoca momentos de la infancia, probablemente aparecerá la figura de ese árbol al que quizás trepaba, con el que jugaba, o simplemente lo cobijaba bajo su sombra en las tardes de calor.
Otro se acordará que quizás ese árbol había sido plantado por un ser querido y esto le otorgaba una mayor importancia. Personalmente recuerdo el naranjo que crecía en la casa de mi Bobe y que había sido plantado por el Zeide. Y me sonrío al pensar que cuando se construyó un techo, se dejó un espacio para que el árbol siguiera allí. ¡Ahora... abra los ojos! ¿Cuánto hace que no se para en un bosque, en una plaza y en silencio observa la figura del árbol? ¿Se fijó lo mucho que el árbol se parece a usted? Vamos, lo acompaño en su reconocimiento: Si empezamos de abajo hacia arriba hallaremos la raíz, que está enterrada en la tierra y es la que lo provee de vitalidad. Cuando las raíces son fuertes y profundas, ningún viento podrá voltearlo. Nuestra raíz es la Emuná-fe. Es la que nos conecta con el Creador y debe ser fuerte para permitirnos crecer y desarrollarnos, a pesar de las tempestades.
El tronco y las ramas que de éste crecen son la parte más amplia del árbol. La belleza del mismo se manifiesta a través de sus ramas y hojas. El tronco crece constantemente y representa a la Torá que estudiamos y las Mitzvot que cumplimos. Ellas ocupan la mayor parte de nuestra vida. Sin embargo, el árbol alcanza su perfección cuando da frutos. Tendemos a alcanzar la perfección cuando no nos contentamos con hacer lo que debemos con respecto a nosotros mismos, sino cuando además tratamos de influir en nuestro alrededor para que todos sean árboles con fuertes raíces- fe, un grueso tronco- Torá y Mitzvot, y que den dulces frutos- es decir, se dediquen también a ayudar a los demás. ¿Todavía está allí parado? Aguce su oído. ¿Puede oír el sonido que producen las hojas al moverse con el viento? ¿Sabe lo que dicen?: ¡SHANÁ TOVA! ¿Cómo? ¿Por qué? Pues este martes 25 de enero, es 15 de Shvat, ROSH HASHANÁ LAILANOT- Año Nuevo de los Árboles. Festejémoslo pues, tratando de reforzar cada una de las partes que están en nosotros y que son tan similares a nuestro fiel amigo: el árbol.
Miriam Kapeluschnik (basado en una Sijá del Rebe)

SI YO FUERA RICO...

Esta melodía pareció sonar adecuada mientras estaba leyendo una nota muy llamativa (por lo menos para nosotros en la Argentina de todos los días) del Wall Street Journal, que indicaba que en los Estados Unidos de Norteamérica, ¡una de cada 125 personas es millonaria!.
¡Guau!- me dije. Y en mi fuero íntimo pensé que sería una experiencia sublime ser parte del grupo de los mimados acaudalados.
La nota en general se dedicaba a comentar cómo las tiendas minoristas se consagran a proveer a sus clientes de artículos de lujo como ser confecciones, perfumes, cosméticos, alhajas y mucho más de lo que nos podamos imaginar.
Parecía una noticia absolutamente banal y totalmente desconectada de nuestra realidad, hasta que leí la siguiente frase:
“Según los datos recopilados por Merrill Lynch & Co. y la consultora Capgemini Group la generación de entre 60 y 65 años también viene recibiendo herencias dejadas por sus padres en lo que se considera la mayor transferencia de riqueza de ese país”
Estas palabras me golpearon. ¡Guau! Me dije nuevamente. Entonces, si las consultoras realizasen un estudio de mercado dentro del pueblo judío, llegarían a la conclusión que 100 de cada 100 iehudim es acreedor indiscutido de una inmensa e incalculable herencia. Lo que nos convierte en personas extraordinariamente ricas. Claro que me refiero al plano espiritual de nuestras vidas, que en definitiva es el único que tiene una permanencia y estabilidad asegurada hasta el fin de las generaciones.
Más aun tomando en cuenta que estamos en las semanas posteriores a Pesaj, en las que llevamos a cabo una hermosa costumbre cada Shabat- hasta el previo a Rosh Hashaná y es la de estudiar un capítulo de PIRKEI AVOT- conocido en español como ÉTICA DE NUESTROS PADRES.
Recorrer cada Shabat el capítulo correspondiente de sus seis partes, se torna en una suerte de acumulación de riqueza espiritual. Cada palabra, cada frase- incluso en su acepción más simple- se convierte en legado de moral, buena conducta, amor al prójimo, respeto a los semejantes y al Creador, consejos y lecciones de vida que transforman a sus receptores en personas íntegras, dedicadas y comprometidas y por sobre todas las cosas, infinitamente acaudaladas. ¡Sí! Pues quien logra asimilar e internalizar estos conceptos de existencia, se convierte en un individuo que tiene, además, mucho para brindar a los demás.
Miren ustedes, muchos de los afortunados de América del Norte de hoy, lo son porque sus padres les han dejado sus fortunas. Nosotros, los judíos de hoy, somos receptores de un milenario legado que nos ha sido entregado- generación tras generación- por nuestros maestros, basado en las enseñanzas de nuestra sagrada y querida Torá. Y ella misma nos enseña que los maestros son llamados también, padres. ¡Si esto es así, se trataría entonces de la mayor transferencia de riqueza espiritual del planeta!.
Terminé de leer el artículo con la sublime sensación de pertenecer al grupo de afortunados herederos de la más enriquecedora experiencia: Vivir de acuerdo a la Torá.
(Es posible adquirir el Pirkei Avot en español en librerías judías y su traducción se halla también en el Sidur Tehilat Hashem- Edición de Kehot Sudamericana)
Miriam Kapeluschnik

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Un maestro, un militar y un rabino estaban reflexionando acerca de funerales y entierros y surgió la pregunta: "Cuando usted esté en su ataúd y sus amigos, familia y colegas estén lamentándose a su lado: ¿Qué le gustaría oír que digan?"
El maestro dijo: "Me gustaría oírles decir que fui un marido maravilloso, un líder excelente para mis alumnos, y un gran hombre de familia."
El militar dijo: "Me gustaría oír que fui un soldado ejemplar y un fiel servidor de mi patria"
El Rabino contestó: "Me gustaría oírles decir: "¡Miren! ¡¡¡Se está moviendo!!!”
Fuera de broma, el ser humano- hasta último momento- espera tener una segunda oportunidad.
Algunos opinan que no es tan fácil. Todo lo contrario. Como dice el dicho popular: “Es muy difícil dar una segunda buena impresión después de una primera mala impresión”
Sin embargo, nada más lejano dentro del concepto del judaísmo.
En nuestro calendario, esta semana, aparece el nombre de un día de recordación: PESAJ SHENI. Muchos, al ver esto preguntan: ¡¿Qué?! ¡¿Otro Pesaj?!.
Sí, así es. Desde la época de la salida de Egipto, cuando un grupo de judíos se vio impedido de poder traer el KORBAN PESAJ (Sacrificio Pascual) que se traía en la víspera de Pesaj, elevó una queja a Moshé solicitando que se los tuviera en cuenta y se les diera una segunda oportunidad. Moshé se sintió confundido. Una vez que el momento indicado pasó, ¿sería posible traer el sacrificio de Pesaj después? Para su sorpresa, Hashem le respondió: “Cualquier iehudí que no haya podido acercar el KORBÁN PESAJ en su momento (14 de Nisán) sea cual fuera la razón, tiene la posibilidad de hacerlo un mes más tarde (14 de Iyar) y lo comerá junto con Matzá y maror (hiervas amargas)”. Desde entonces, incluso después de la destrucción del Beit HaMikdash (Gran Templo de Jerusalem) este día es recordado como una fiesta y se acostumbra a comer Matzá.
Pero lo que aprendemos de esta fecha es mucho más profundo. Es conocido lo que dijo el Rebe Anterior, Rabí Iosef Itzjak Schneerson- La enseñanza de Pesaj Sheni es que nada está totalmente perdido (“Nitó kain farfaln” en su original en idish), pues siempre se puede corregir lo que no haya sido realizado de manera correcta en el pasado.
Cuando observamos nuestra conducta de ayer y notamos que hay temas que no realizamos de la mejor forma- debemos saber que no está todo perdido, sino que existe la posibilidad de rectificar lo que no haya sido realizado correctamente.
Y tal como lo relata la Torá, la idea de Pesaj Sheni no vino de parte de Moshé Rabeinu, sino de la preocupación de estos iehudim que no pudieron realizar su ofrenda a tiempo. Es decir, ellos sabían que debían corregir algo que no estaba como debía ser. Aprendemos de esto que, así como está escrito en Pirkei Avot: “el tímido no puede aprender”, la persona no debe avergonzarse y debe pedir y reclamar que desea enmendar su pasado. Y como vimos con respecto a Pesaj Sheni, su inquietud será bien recibida…
Miriam Kapeluschnik (Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch)

HISTORIA DE UN GRAN AMOR... A LA TORÁ

Había una vez, hace dos mil años, en la Tierra de Israel, una hermosa muchacha judía llamada Rajel. Ella poseía todo lo que cualquier joven desearía: belleza, dinero y linaje. Su padre, el acaudalado Kalva Sabúa, era además un prominente miembro de la comunidad que apreciaba y estimulaba el estudio en las Altas Academias de Torá.
Su hija, educada para ser una mujer judía sensible a las necesidades del prójimo y apreciar la sabiduría de la Torá- de acuerdo a las expectativas de su padre- era la soltera más codiciada de Jerusalem. Nadie dudaba que el candidato elegido sería algún prestigioso estudioso de la Torá, un promisorio erudito que iluminaría al mundo con sus conocimientos.
Sin embargo, Rajel cambió en cierta forma los planes de su padre. Ella puso sus ojos sobre el último de los hombres que su progenitor hubiera soñado para ella: Akiva, el pastor.
¿Quién era Akiva? Uno de los tantos empleados que cuidaban los numerosos rebaños de Kalva Sabúa.
Tenía 40 años, era extremadamente pobre, carecía de linaje y además era analfabeto.
La dulce muchacha le propuso matrimonio, con la condición de que se dedicara al estudio de la Torá.
Cuando comunicaron sus planes de casarse a Kalva Sabúa, éste no pudo resistir lo que creía era la ingratitud de su hija. Se opuso terminantemente y le advirtió que si se casaba con ese pastor ignorante, la desheredaría.
Pero Rajel ya había tomado una decisión: Se casaría con Akiva, a pesar de todo. Y así fue.
Lo que hubiese sido la Boda del Siglo, se transformó en una humilde y austera ceremonia. Un espacio dentro de un establo reemplazó a la importante mansión en la que hubiesen residido. En lugar de sábanas de seda, descansaban sobre la paja. Nada de esto venció la fuerte convicción de Rajel. Ella había percibido que Akiva poseía un incalculable potencial que debía desarrollarse y revelarse.
Lo ayudó a callar sus dudas, lo apoyó en todo momento y por sobre todas las cosas, con el inmenso cariño que una mujer judía puede dar, logró lo esperado: el ignorante y desconocido pastor se transformó después de 24 arduos años de estudio de Torá en las más importantes Academias de Estudio, en el Sabio más grande de su generación y uno de los más famosos y reconocidos eruditos de toda la historia judía. Como el mismísimo Rabí Akiva, que a los 120 años entregó su vida por la Torá, santificando así el Nombre de Di-s, expresó acerca de su esposa a sus discípulos:
“Toda la Torá que estudié y toda la Torá que ustedes estudiaron de mí, le pertenece a ella” Y como toda historia que tiene un final feliz completo, Kalva Savúa pidió disculpas y la familia volvió a reunirse.
Esta no es una historia más de amor y fidelidad. Esta es la historia de la mujer judía de todas las épocas, que lucha incansablemente, sin mirar su propio sacrificio y entrega, por la continuidad del pueblo de Israel y su Torá.
Esta es en realidad, una historia de amor y pasión por la Torá que Hashem nos entregó.
Miriam Kapeluschnik.

EL CÍRCULO SE CERRÓ

Normalmente el cementerio es asociado a situaciones tétricas. Sin embargo, la historia de la que fui testigo es digna de una encantadora novela.
Todo comenzó hace aproximadamente 15 años. Un Cementerio judío en medio del campo en la provincia de Entre Ríos. Como todos los años, un matrimonio de amigos nuestros visitaba a sus ancestros que reposan allí. Pero como es común en estos lugares, la llave del Cementerio la tenía un judío del pueblo- Don Jaime. Fueron a su negocio, y allí se encontraron con una increíble sorpresa: detrás del mostrador se hallaba una hermosa adolescente que los recibió con una sonrisa. Resultó ser la hija mayor del dueño de casa, que les contó que tenía una hermana, y que su mayor deseo era estudiar para ser ganenet (maestra jardinera). Ellos- entrenados con la premisa del Rebe de Lubavitch de acercar a cada iehudí a sus fuentes- hablaron con Don Jaime y lo convencieron de enviar a sus hijas a conocer al Rabino (mi esposo) que vivía en una ciudad cercana. Y así, de pronto, un viernes a la tarde llegaron a nuestra casa. Dos pimpollos, con sus ojos claros puros como el aire del campo. Todo les parecía interesante, disfrutaban de cada detalle de ese Shabat que pasamos juntos. Y después de poco tiempo no había dudas. La hija mayor decidió viajar a Buenos Aires. Su padre estuvo inmediatamente de acuerdo. La apoyó a pesar del dolor de la distancia. Ella se ganó inmediatamente un lugar dentro de la comunidad. Estudió y con mucho esfuerzo logró su primer objetivo: hasta hoy es una exitosa ganenet. Al poco tiempo, su hermana menor la siguió. Y Don Jaime, como siempre, apoyó el ‘despegue’ de sus hijas. Sabía que el pueblo no era el mejor lugar para ellas. Durante años las había criado solo, pues su esposa había fallecido prematuramente. Les enseñó todo lo que pudo y les dio el ejemplo de ser un judío orgulloso de su condición. Cada vez que nos veíamos sólo tenía palabras de agradecimiento y cariño para con nosotros. Todavía recuerdo cuando, durante sus visitas, me esperaba con el mate cuando regresaba cansada a mi casa después de enseñar en la escuela.
Hoy sus hijas formaron familias importantes y ejemplares dentro de la comunidad judeo-argentina. Lo llenaron de orgullo y lo premiaron con dos yernos que lo quisieron y respetaron, y 10 hermosos nietos que caminan seguros por la senda del judaísmo. Esta semana Don Jaime- R’ Jaim ben Abraham Z”L- devolvió su alma a Di-s. Y volvimos a ese Cementerio. Sus hijas, sus yernos, sus amigos estaban con él. Y allí, en medio del campo, en ese pequeño lugar de tumbas antiguas, sentí que se cerraba un círculo. Y gracias a Di-s, con final feliz.
Miriam Kapeluschnik

EL BIEN Y EL MAL CONVIVEN EN VOS

Estamos en estos días estudiando los primeros capítulos del Tania (considerada la Torá Oral del Jasidut) que escribió Rabí Shneur Zalman de Liadi. Allí el Alter Rebe nos explica en qué consiste el alma Divina y el Alma animal. Recordé que hace unos años, una propaganda de un desodorante masculino inundó las calles de Buenos Aires. Su slogan era: “El bien y el mal conviven en vos”. Rabí Israel Baal Shem Tov nos indicó que: “de cada cosa que uno ve o escucha debe tomar una enseñanza para su servicio a Di-s”. Los carteles están muy cerca de la realidad. Ya nos explicó extensamente Rabí Shneur Zalman de Liadi, en su obra maestra, que “en el corazón existen dos ventrículos, dentro de los cuales se alojan “el bien y el mal”. En el ventrículo izquierdo mora el instinto del mal, y en el derecho se encuentra el “alma Divina”, una parte propiamente dicha de Di-s. Aquí se plantea la batalla diaria a la que todos estamos sometidos. Y se trata de una lucha entre dos vecinos, que habitan muy cerca uno del otro y tratan de dominarnos. Como en cada beligerancia cada cual tiene sus estrategias. “¿A esta altura de tu vida comenzar a encender las velas de Shabat?, ¡si hasta ahora te arreglaste sin ello!”. “¿Qué sentido tiene colocar los Tefilín hoy si no crees que lo puedas hacer mañana?”. “Poner una Mezuzá en la puerta de tu hogar hará que todos sepan que eres judío, ¿qué necesidad hay?”. “¿Educación judía a mis hijos? ¡Ya ha pasado de moda!”, y la lista puede seguir. Qué difícil enfrentar todos los días al enemigo!!! ¡Pero a no desesperarse!, también el Alma Divina hace de las suyas para ayudarnos!!! El Alter Rebe en persona nos da la solución. He aquí la receta, que consta de tres ingredientes, para salir de apuros en paz. 1) Aumentar en nuestro estudio de la Torá, que es llamada Shalom, y Luz. Y es sabido que “un poco de luz disipa mucha oscuridad”. Y esto está al alcance de todos. 2) Realizar Actos de Bondad-guemilut jasadim- que también son llamados Shalom, ya que provocan cariño entre las personas. 3) Rezar-Tefilá- haciendo un esfuerzo para hacerlo con Minián (quórum mínimo indispensable, conformado por 10 varones mayores de Bar Mitzvá). Estos son los pilares básicos sobre los cuales el mundo se sostiene y que nos ayudarán inclusive a revertir la oscuridad. Entonces, ahora que sabemos que “el bien y el mal conviven en nosotros” a no quedarse de brazos cruzados... Tenemos la protección y ayuda de Di-s, que es más segura y durable que la de cualquier desodorante....
Miriam Kapeluschnik

RECORDANDO A NUESTROS MÁRTIRES

RECORDANDO A NUESTROS MÁRTIRES

La historia judía es, en realidad, un reflejo de la historia de la humanidad. Nuestro pueblo fue testigo de los grandes y más importantes acontecimientos en todas las épocas.
A simple vista, se trata de una historia marcada por la esclavitud, el destierro, terribles persecuciones, asesinatos y exterminio.
Parece la historia de un pueblo sufrido, acostumbrado a su penuria, entregado a su destino.
Sin embargo, nada más lejano de la realidad: El pueblo judío llora, se lamenta, sufre, pero sigue teniendo fe. Sigue firme y presente. Vivo.
¿Cuál es su secreto? Quizás podamos entender parte de éste, al leer la Plegaria que se recita en recuerdo a los mártires cada Shabat del año. Se cree que fue establecida luego de las masacres producidas durante las cruzadas.
Esta Plegaria que comienza con las palabras “Av HaRajamim” (Padre Misericordioso- Ver Mi Plegaria II-Editorial Kehot Sudamericana), es una declaración de que aunque nuestro pueblo haya sufrido un sin número de persecuciones y martirios en manos de naciones del mundo, sigue firme nuestro reconocimiento de que Hashem es nuestro Padre Misericordioso, y aunque nuestro intelecto no logre comprender las sendas de Di-s, estamos seguros de que Él es en esencia, bondad.
De todas formas, pedimos a Hashem que no olvide la sangre de nuestros mártires- todos los hombres, mujeres y niños- que dieron sus vidas por la santificación de Su Nombre.
Ellos murieron únicamente porque eran judíos, víctimas inocentes del odio y la crueldad.
Estamos en los días previos al 9 de Av. Día marcado por terribles tragedias, día de la destrucción de ambos Templos de Jerusalém. Es un día de ayuno completo y lamentación. Sin embargo, dentro de él está encerrado el mensaje aparentemente contradictorio: Lamento y Fe. Destrucción y Construcción. Oscuridad y Luz. Exilio y Redención. Esta es la vida del iehudí. Éste es su secreto: consternación y optimismo al unísono.
Estamos en el exilio, pero Hashem nos indicó que del destierro nacerá la redención.
No nos olvidamos de nuestros mártires, de las víctimas de la maldad humana. Los recordamos y pedimos por ellos cada semana. Aunque hayan pasado diez años. Aunque hayan pasado diez siglos. Y sabemos que finalmente la justicia llegará. Pero no nos detenemos únicamente en los lamentos y reclamos: ACTUAMOS. Si queremos que la memoria de estos santos permanezca intacta debemos vivir por lo que ellos murieron. Es nuestra obligación cuidar que el judaísmo permanezca fuerte y floreciente. Hay un sólo camino para ello: VIVIRLO. A través de la Torá y sus Mitzvot. Al estudiar Torá, comer Casher, colocar Tefilín, encender las velas de Shabat, colocar una Mezuzá, etc, estaremos cumpliendo con nuestro cometido. Todos aquellos que nos quisieron destruir, hoy ya no están. ¡Nosotros estamos aquí hoy, por sobre todas las cosas, porque sabemos que Hashem cumplirá con Su promesa y nos enviará a nuestro justo Mashiaj Ya! Miriam Kapeluschnik

ESE MUCHACHITO DE SOMBRERO NEGRO

¿Quién no los ha visto en una esquina o es visitado, en su negocio, por algunos cada viernes de tarde? Pero... ¿Quiénes son, de dónde vienen, por qué lo hacen? Me tomaré el atrevimiento y trataré de responder a estos interrogantes:
Estos jovencitos, son alumnos de la Ieshivá de Jabad Lubavitch, que dedican todo su tiempo al estudio de nuestra sagrada Torá y las enseñanzas de la Filosofía Jasídica. Lo hacen todos los días, de domingo a domingo, incluso estudian en Shabat. Sólo cuentan con unas horas semanales libres para dedicarlas a su persona: los viernes a la tarde. Sin embargo los vemos muy ocupados ese día. Terminan de estudiar al mediodía y salen corriendo, muchos de ellos sin siquiera almorzar porque NO HAY TIEMPO. Es víspera de Shabat, y tienen mucho por hacer. Pero ¿A dónde corren? ¿Quién los espera? Corren a lo que ellos llaman cariñosamente: “mi ruta”. Allí están ustedes, queridos lectores, cada semana, algunos esperándolos, otros con cara de “¿otra vez?”, están los que desean escuchar un mensaje de la Torá, los que se colocan los Tefilín, los que aguardan para evacuar una duda, saber acerca de alguna festividad, están los que se esconden, y también los que se niegan terminantemente a recibirlos...
¿Qué reciben a cambio estos chicos? ¿Por qué tanta dedicación? : Ellos no reciben ninguna paga material a cambio, sólo la satisfacción de saber que “hoy colocó Tefilín una persona por primera vez” “¡Gracias a Di-s esta vez colocaron Tefilín 18 personas!” “Alguien me encargó Mezuzot”. Pero además, estos hombrecitos entablan interesantes conversaciones acerca de la vida, de la muerte, del alma, del dolor, de la alegría...
Existen quienes cada semana los aguardan con preguntas desafiantes, los que discuten acaloradamente, los que se emocionan y agradecen con un abrazo, un beso, una lágrima.
¿Qué es lo que empuja a estos adolescentes a realizar esta tarea, a veces satisfactoria, otras frustrante? Simplemente el hecho de que esta es una Campaña del Rebe. Sí, así de simple, ellos son algunos de los miles de muchachitos de las Ieshivot de Jabad en todo el planeta que realizan lo que en la jerga de los jasidim se llama “Mivtzoim” (Campañas) El Rebe de Lubavitch instó a dedicar ese tiempo personal al prójimo, a ese judío que está en la calle. Por eso, no sólo los encontrará en Buenos Aires o en algunas ciudades del Interior, sino que los hallará en la 5ta Avenida en Manhattan, en la Ben Iehuda de Jerusalem, y muchísimos lugares más.
Cada persona que se ha topado con ellos tendrá seguramente interesantes historias para contarnos, pero lo que quizás ni siquiera los muchachitos saben, es el gran impacto que produce su visita, su mirada, su mera presencia. Hace poco, Silvia, una señora a la que recién conocí, me relató que la inmobiliaria en la que trabajaba, era visitada todos los viernes por un simpático jovencito. Sus dueños, cada vez que lo veían llegar, se escondían dentro de una oficina y le decían: “¡Vos lo atendés!” El chico entraba con una sonrisa, le entregaba la “Enseñanza Semanal”, y al escuchar que “los señores están ocupados” respondía: “Volveré la próxima semana” Y así era. Siempre con la misma sonrisa, siempre con el mismo empeño, sabiendo que alguna vez lo logrará. “Esa fue una importante lección para mí”, dice Silvia, “Nunca hay que darse por vencido. Siempre hay una oportunidad más”. Por eso, cada viernes, cuando los vea pasar, o llegar a su comercio, sepa que ante ustedes están los líderes judíos del mañana, que sólo por altruismo, amor al prójimo, amor a su Rebe y amor a Di-s han llegado a usted. Espérelos con una sonrisa. Pues a pesar de su juventud, tienen mucho para darle...
Miriam Kapeluschnik

ASÍ COMO EN AQUELLOS DÍAS...EN ESTA ÉPOCA

Esta es una de las frases que agregamos en la Plegaria de “Al Hanisim” (por los milagros), que pronunciamos durante los días de Janucá.
Y sí, llegaron los días de luz. Estamos en Janucá. Recordamos los importantes sucesos que protagonizaron los Macabeos, ese puñado de valientes hombres que dio su vida para proteger a sus hermanos judíos física y espiritualmente del enemigo heleno. Janucá posee una historia fascinante, plena de bravura y entrega total por el prójimo. Pero esa actitud no era nueva dentro de nuestro pueblo. Cuando nuestro Patriarca Abraham enfrentó a Kedarlaomer y los reyes aliados para liberar a personas inocentes de su cautiverio, salió él en primera fila. Así procedió Moshé, como así también su sucesor Ieoshua. Todos los Jueces así se condujeron. Y entonces llegaron los días del rey David. Su ejército se hizo famoso por el llamado de su general, el propio rey David a la batalla: “¡Detrás de mí!” De todo esto aprendieron los Macabeos. Tanto Matitiahu el Sumo Sacerdote, como sus cinco hijos, entre ellos, el valiente Iehudá. Todos siempre “lo tenían claro”. La vida del prójimo está antes que la propia. Pasaron los años, muchos años desde entonces. Sin embargo, y a pesar de los vientos que soplaron, de las grandes confusiones, de los millones de golpes que hemos recibido, todo sigue igual. Sí, ‘Así como en aquellos días, en esta época’.
La semana pasada lamentablemente confirmamos que la fórmula de los Macabeos, del rey David sigue vigente. El viernes a la noche en Jevrón, la ciudad de los Patriarcas, el lugar donde descansa entre otros el primer hebreo- Abraham- un grupo de judíos (hombres, mujeres y niños) escoltados por soldados del ejército, que retornaba a sus hogares al concluir la Plegaria de Shabat, fue atacado sin lástima por francotiradores. Inmediatamente fueron alertadas las fuerzas de seguridad. Éstas llegaron al instante. La consigna fue atraer la atención del enemigo, para evitar la muerte de los civiles. El testimonio de un soldado sobreviviente dice: “Ellos corrieron hacia la muerte para salvar a los demás”.
Sin embargo, quisiera compartir un detalle que quizás muchos desconocen. Los caídos, en su mayoría, eran militares. Pero lo más llamativo es que entre ellos había oficiales de altísimo rango, de la elite, por ejemplo, el general Dror Wainberg Z”L, que pronto iba a ser nombrado Comandante de Paracaidistas debido a su brillante desempeño en el ejército. En la cúpula militar israelí se evaluaba su nombre para un altísimo cargo. Falleció al tratar de detener a uno de los terroristas. La lista sigue. Todos ellos además eran padres de familia, hijos, hermanos. Sin embargo, en ese momento sólo privó el prójimo. Sabemos que el ejército israelí es el que pierde más oficiales en sus guerras. No se trata de un error de estrategia, sino de seguir el camino de sus ancestros.
En días de tanta energía como los de la festividad de Janucá, en que celebramos el triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad, de la Torá sobre la asimilación, del amor fraternal sobre el egoísmo, debemos inspirarnos. Es nuestro deber traer más luz. La victoria está asegurada, pues los Abraham, los Moshé, los David y los Macabeos siguen hoy entre nosotros, y su grito de “Detrás de mí” se sigue escuchando. Sigamos adelante, igual que “En aquellos días, en esta época”
Miriam Kapeluschnik

PREGUNTAS EXISTENCIALES

El otro día caminábamos apresurados junto a mi esposo por una importante avenida de la Ciudad de Buenos Aires. Y como muchos de ustedes saben, es muy común toparse cada 20 o 30 metros con personas que reparten volantes promoviendo cualquier tipo de producto, cursos, restaurantes, gimnasios y cualquier otra cosa que la mente humana pueda imaginar. Generalmente las ofertas que ofrecen estos “volanteros” no despiertan mi interés, pero por una cuestión de respeto, cuando alguien me alcanza una propaganda, tiendo a tomarla para luego arrojarla en el primer cesto de basura que encuentre. Esa tarde, tomé un volante de la mano de una señorita, pero por alguna razón, esta vez leí el texto antes de doblarlo. Me detuve y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Mi marido extrañado me preguntó de qué se trataba. Le alcancé el papel y le pregunté: “¿Conocés las respuestas?” Mi marido sonrió también. Era como sentir una paz especial.
Y... ¿Qué decía, después de todo, el famoso volante? Simplemente anunciaba algún curso, pero lo más llamativo eran las preguntas que formulaba:
¿QUIÉN SOY? ¿DE DÓNDE VENGO? ¿HACIA DÓNDE VOY?
Esa tranquilidad que experimentamos esa tarde, proviene del hecho que un iehudí que se conecta con sus raíces puede saber perfectamente quién es: soy una parte propiamente dicha de Di-s. De dónde viene: soy un hijo de Abraham, Itzjak y Iaakov- nuestros Patriarcas. Y también sabe hacia dónde va: A tratar de hacer de este mundo una morada para Di-s.
Juntos recordamos, que un famoso jasid del Rebe, de la Argentina -el Ing. Abraham Plochenko Z”L- cada vez que completaba un formulario, en el ítem OCUPACIÓN, remataba: “Hacer de este mundo una morada para Di-s”. Y luego, agregaba sus títulos académicos.
Ese pequeño incidente y la charla posterior me hizo recordar a la primera Mishná del Capítulo III del Pirkei Avot, del cual estudiamos cada Shabat un capítulo hasta Rosh Hashaná, que dice: “Akaviá ben Mahalalel decía: “Reflexiona sobre tres cosas y no llegarás a manos del pecado: sabe de dónde viniste, a dónde vas y ante Quién en el futuro habrás de rendir juicio y cuentas...”
El Rebe de Lubavitch nos explica que esto alude a que la persona debe tener en cuenta “3 cosas” y no llegará a pecar. Generalmente el hombre piensa en dos entidades: en sí mismo y en Di-s.
Esta Mishná nos enseña que existe una tercera entidad- el mundo en general. El hombre debe recordar que el objetivo de su servicio a Di-s no es lograr únicamente una relación entre él y Altísimo, sino que debe incluir al mundo. Es nuestra obligación ocuparnos de cuestiones terrenales para transformarlas en herramientas para llevar a cabo nuestro objetivo, el HACIA DÓNDE VOY, convertir al mundo en una morada para Di-s.
Muchas veces se habla de “preguntas existenciales” que la persona se formula. De lo que hablamos menos es de las “respuestas existenciales” que el iehudí tiene a su alcance.
No lleva a nada debatirse con las preguntas. Si usted sabe quién es y de dónde viene – es un hijo de Abraham, Itzjak y Iaakov, tiene la posibilidad de saber hacia dónde va y cómo lograrlo: Acérquese a su Beit Jabad más cercano, comience un Curso de Torá, adquiera un libro de enseñanzas judaicas, visite nuestra página web www.jabad.org.ar , y comparta esta Enseñanza Semanal con su familia y amigos.
Obtendrá además la posibilidad de sentir la enorme paz que produce el saber ciertas respuestas...
Miriam Kapeluschnik(Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch, En las Sendas de nuestros Padres, Ed. Kehot Sudamericana

MI REBE, TU REBE, EL REBE DE TODOS

Era un viernes a la tarde, como muchos otros. Estábamos terminando los últimos detalles antes de encender las velas de Shabat. El timbre nos anunció que dos de nuestros invitados ya habían llegado. Sara y Shlomo (un matrimonio que reside en Nueva York) entraron con una enorme sonrisa. Intercambiamos saludos en inglés y encendimos las velas juntas. Se sorprendieron al ver que la mesa estaba preparada para mucha gente. Antes de irse al Beit Hakneset (Sinagoga), ella me prometió una interesante historia sobre el Rebe durante la cena.
Después de recitado el Kidush, comido la Jalá e incluso disfrutado del primer plato, llegó el momento. Sara, simpatiquísima, comenzó su relato (que mi marido tradujo simultáneamente): Ella pertenecía a una familia tradicionalista de Nueva York. Con el tiempo, se había acercado más a las Mitzvot. Profesional, dedicada a computación, un domingo antes de Pesaj participó de una boda en el barrio de Crown Heights (donde había nacido). Una de sus amigas le dijo: “Sara, ya tienes más de 40 años. Es hora de casarte. El Rebe está repartiendo dólares allí enfrente. No pierdas tu oportunidad: ¡Pídele una Brajá!” Sara se cruzó a “770” (Central de Jabad Lubavitch Mundial). El Rebe estaba aún allí. Ya la fila no era tan larga. Cuando estuvo frente a él, se animó a decir: “Deseo una Brajá para encontrar mi shiduj” El Rebe le extendió un dólar diciendo: “Pesaj casher y feliz”. Ella comenzó a retirarse, pero el Rebe tenía más para decirle. Le extendió dos dólares más y agregó: “Entrégale estos dólares a tu novio la noche que te proponga matrimonio”. Era 1990. Sara tenía planeado un viaje a Israel. A pesar de las amenazas de guerra por la invasión de Irak a Kuwait, y de las recomendaciones de su madre de suspenderlo, ella siguió con sus planes. Uno de esos días, decidió que tenía que conocer la ciudad de Tzfat (norte de Israel). Se alojó en una residencia de Jabad en la ciudad y tomó un tour. El guía le llamó la atención. Era americano, parecía tener su misma edad, usaba kipá, tzitzit, era simpático. Pero... todavía no sabía si era soltero. Cuando le preguntó si tenía familia, él le respondió que ya era momento de formarla. Esa noche cenaron juntos. Una semana más tarde, bajo las estrellas de Tzfat, él le propuso matrimonio. Ella aceptó. De pronto, recordó que tenía algo que darle a su flamante novio. Fueron a la casa del Rabino de Jabad donde ella se alojaba, y frente a toda la familia, le entregó los dos dólares que el Rebe le había encomendado. Seis semanas después, se casaban allí, en el místico Beit Hakenset Habuhav. Hasta aquí una linda historia.
Pero al mirar los rostros de todos los comensales ese Shabat, sentí que había algo mucho más poderoso. Nosotros- que trabajamos en el ejército del Rebe, Sara y Shlomo (que se conocieron con mi marido a través de la página web de Jabad), una pareja de recién casados (ella hija de emisarios del Rebe en Australia, él hijo de emisarios del Rebe en Tucumán, Argentina), cuatro alumnas de Morashá Universitario, cada uno de los otros invitados, mi familia, teníamos algo en común. A pesar de nuestros diferentes standars de vida, edades y origen, estábamos juntos porque de una u otra forma, nos unía el Rebe. El Rebe que se preocupó para que ningún iehudí quede fuera. Mientras pensaba todo esto, recordé el cuadro del Rebe que estaba detrás de mí. No hizo falta que me volviera para mirarlo... sabía que nuestro Rebe estaba sonriendo.
Miriam Kapeluschnik

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

GAM ZU LETOVÁ

¿Cuántas veces nos sucedió que estábamos con el tiempo justo, atrasadísimos?. Llegamos a la parada del colectivo, a la estación de subte, o paramos al único taxi libre que se veía en cien cuadras a la redonda. Y el colectivo pasó de largo, el subte cerró las puertas o el taxi paró a unos metros de nosotros para llevar a otro pasajero. Seamos sinceros: ¿Cuál es la primer frase que se nos ocurre decir? No es necesario responder en voz alta. Sin embargo, los judíos tenemos una frase ideal para estos momentos y que nos evitará toneladas de stress: GAM ZU LETOVÁ (También esto es para bien). La enseñó un gran Sabio, Rabi Najum, a quien apodaron Gam Zu en honor a su frase, que era el leitmotiv de su vida (que entre nosotros, no fue para nada fácil).
También Iosef, en la Parshá de esta semana, le dice a sus hermanos que no se sientan mal por haberlo vendido, pues todo fue para bien. En realidad, Di-s lo envió a Egipto para traer salvación a toda la descendencia. Pero tengamos en cuenta que pronunció estas dulces palabras después de haber soportado ¡¡¡DOCE AÑOS DE PRISIÓN!!!. Bueno, es verdad, Iosef era un Tzadik-justo, y podía ver como cada uno de los pasos de la persona y de toda la Creación son guiados por la Supervisión Divina. Nosotros, seres humanos simples, no siempre podemos ver o comprender la bondad que reside en cada uno de los sucesos diarios.
Muy a menudo nos enojamos por pequeños acontecimientos y nos amargamos. Si probamos quitar de nuestra mente el pensamiento negativo que nos provocó una circunstancia aparentemente desfavorable, y nos concentramos en la “buena onda” del GAM ZU LETOVÁ- Todo es para bien- no sólo nos ahorraremos el tomar calmantes y antiácidos, sino que tendremos una perspectiva absolutamente distinta de nuestra vida. Voy a compartir con ustedes un hecho que me toca muy de cerca y que dejó a ojos vista la fuerza de esta frase: Una de nuestras hijas estaba residiendo en el exterior. El día de su cumpleaños estaba muy triste. Era un viernes de verano, todas sus amigas estaban de vacaciones y se hallaba lejos de casa. Depresión total. Sólo algo la ponía feliz. La familia le festejaría en Shabat su cumpleaños, en una casa en las montañas. Salió muy temprano para llegar con tiempo a su destino. Pero la ruta estaba inundada y los miles de autos que la transitaban avanzaban a paso de hombre. Imposible. Finalmente decidió retornar porque no llegaría al country antes de Shabat. Imagínense su humor. Cenó en casa de sus tíos, que no la esperaban. Aparentemente, todo mal. Pero ese Shabat mis cuñados habían invitado a una pareja de amigos. La comida sabática fue normal. O eso creyó mi hija. Los invitados quedaron encantados con ella y pensaron que sería ideal presentarle a su hermano menor pues serían el uno para el otro. Y gracias a Di-s, no se equivocaron. Después de unas semanas, mi hija recibió el regalo de cumpleaños más hermoso: su novio.
Ejercitemos el GAM ZU LETOVÁ y sonriamos más a menudo.
Miriam Kapeluschnik

¿MIRÓ EL CIELO HOY?

No es que esté por verse un eclipse de luna o algún fenómeno distinto. Mi pregunta es acerca del diario vivir. ¿Se toma usted aunque sea un instante por día para mirar el cielo? Voy a contarles una pequeña historia que expresa el motivo de mi propuesta.
Cierta vez, un simple jasid, que viajaba de pueblo en pueblo vendiendo su mercadería, visitó al Rebe Maharash. Durante su audiencia personal, el Rebe Maharash le dijo, entre otras cosas: “Sabes, te envidio” ante la sorpresa del judío, el Rebe continuó: “Tu recorres los caminos y puedes llevar a la práctica todos los días el versículo de los Salmos que dice: “Elevad vuestros ojos al Cielo y ved Quién los ha creado”. Los cielos son semejantes al Trono Celestial, y mirarlos produce amor y temor a Hashem. Es por eso, que en todas las Sinagogas debe haber ventanas que permitan ver el firmamento...” Esto entre otras cosas, inspiró profundamente a este simple jasid, que después de decenas de años, lo relataba como si el diálogo hubiese tenido lugar el día anterior.
Recuerdo que hace algunos años, luego de haber recibido un llamado telefónico en el que se nos planteaba una situación, que a mis ojos parecía prácticamente imposible resolver, salí hacia la escuela donde enseñaba, sintiéndome desesperada. Mientras caminaba, mi mente trataba de encontrar una rápida solución al inconveniente, sin lograrlo. A medida que más pensaba en ello, más angustiada me sentía. Una voz dentro de mí decía: “¿Cómo voy a resolverlo?” Me sentí tan impotente... ¡tan pequeña e insignificante!
Pero de pronto, instintivamente levanté los ojos al cielo, recordé esta hermosa historia y sentí que mi corazón rebozaba de alegría, alivio y tranquilidad. ¡¡¡El Cielo!!! ¡Desde el Cielo nos iban a ayudar! Lágrimas de alegría llenaron mis ojos al recordar que no estamos solos, que Hashem todo lo puede. Que no somos nosotros los que resolvemos las dificultades, que sólo se logran las cosas confiando en Di-s. A los pocos días, esa situación que parecía insoslayable, se remedió de una manera inesperada. Desde entonces, todos los días trato de poner en práctica por lo menos una vez, el “Elevad vuestros ojos al cielo...”. Muchas veces sentimos angustia, ansiedad, miedo. Algunos para remediarlo, toman ansiolíticos o calmantes. Les recomiendo también MIRAR EL CIELO. Es un ejercicio fácil, económico e infinitamente reconfortante. Quizás no resuelva los problemas, pero ayuda a conectarse con el Todopoderoso, a sentirse respaldado y un poco más humilde. Entonces vuelvo a preguntarle: “¿Ya miró el cielo hoy?”
Miriam Kapeluschnik

¿BLANCO, NEGRO O EN COLOR?

Muchas veces, al escuchar esta pregunta, nuestro pensamiento nos conduce a una película. Sin embargo, esta vez deseo referirme a la vida misma. ¿Nunca tuvieron la sensación de mirar hacia adelante, presenciar una situación, y verla en blanco y negro y color a la vez?
Quiero contarles que a mí me sucedió: Hace unas semanas, tuve el privilegio de participar de un emotivo Bar Mitzvá, en la ciudad de Concordia, Entre Ríos. En los momentos de la Lectura de la Torá, miré hacia la Bimá (mesa especial, donde se apoyan los Rollos de la Torá) para observar al jovencito que se preparaba para leer la Parshá correspondiente y que estaba rodeado de sus seres más queridos, y tuve por primera vez en mi vida la sensación de ver al mismo tiempo en blanco y negro y color.
Hacia la derecha de la Bimá, estaba sentado un grupo de hombres judíos de diferentes edades. Algunos de ellos padres de niños pequeños, otros de adolescentes y también jóvenes abuelos. Todos miraban hacia la Bimá, serios, muy serios, se los notaba rígidos, casi almidonados. En cierta forma, incómodos. Los vi en blanco y negro. Algo faltaba.
En el mismo instante miré hacia la izquierda de la Bimá. Allí estaba sentado Lito, un miembro muy activo de la comunidad, que estrena sus sesentas. Se encontraba enfundado en su enorme Talit, con un Sidur en sus manos, miraba también hacia la Torá, y estoy segura de haber visto que una sonrisa surcaba su rostro. A su lado, Marcos -su hijo, también envuelto en el Talit, idéntico al de su padre, rodeado de sus cuatro pequeños hijitos, que jugaban y reían alegremente. Recuerdo haber advertido que se les notaba muy distendidos, cómodos, como si estuvieran en su propio hogar. Todos, desde el joven abuelo hasta el más pequeño de los nietos, conocían el “terreno” donde se encontraban y disfrutaban plenamente de ello. ¡Me di cuenta que los estaba viendo en colores! Entonces, entendí lo que sucedía: La diferencia estaba en que un grupo eligió ser “protagonista” y el otro ser “espectador”. Los primeros optaron por venir cada tanto y contemplar desde lejos. Dejarse llevar por el espectáculo, siendo solamente parte del público. Resultado: vinieron solos, sin sus hijos ni sus nietos. Estos últimos, ni siquiera estaban allí para observar. El segundo grupo estaba actuando, participando, siendo intérpretes de la gran “superproducción de Di-s” que es la vida judía. Todos ellos conocían sus roles, sabían a la perfección la letra, se sentían totalmente cómodos con el “papel” que debían ejecutar. Resultado: todas las generaciones estaban allí. El judaísmo no fue hecho para espectadores, sino sólo para protagonistas. ¡Nuestros antepasados lo fueron, y gracias a ello hoy estamos aquí! ¡Tome la decisión, acepte el “papel”que el Gran Director pensó y le otorgó sólo a Usted! Concurra a la Sinagoga, lleve con usted a sus hijos, nietos, amigos, vecinos. Participe de un curso de Torá. Lleve a cabo una mitzvá más. El resultado: sus hijos, nietos, bisnietos, etc, lo admirarán y serán parte activa de su “club de fans”…
Miriam Kapeluschnik

LA GRAN OPORTUNIDAD

Hace unos años, escuché una historia que me fascinó: En un agasajo a una pareja recién casada (Sheva Brajot) uno de los invitados pidió la palabra y dijo: “Quiero relatarles una anécdota que sucedió en un pequeño pueblo de Rusia. Había allí un muchachito muy indisciplinado. Por más esfuerzos que hacían sus maestros para hacer de él un “mentch” (persona de bien), su conducta era cada vez peor. Finalmente, un hecho obligó a todos a tomar una decisión definitiva: Una tarde, durante el receso, el chico puso un cabrito dentro del Arón HaKodesh (Arca donde se encuentran los Rollos de la Torá). Cuando todos regresaron y comenzaron a estudiar, escucharon ruidos extraños que provenían del Arón. De pronto, el maestro se acercó y el cabrito empujó las puertas y saltó, provocando un espantoso revuelo y desastre. Se resolvió echar al alumno del Jeider (Escuela tradicional judía). Para tomar semejante resolución decidieron consultar con altas autoridades educativas, que ante los hechos, entendieron que no restaba más que echar al alumno incorregible.
Al escuchar la terrible sentencia, el muchachito solicitó hablar con el Rebe Rashab de Lubavitch, que estaba al tanto del asunto. Cuando finalmente estuvo frente a Rabí Shalom Dovber le dijo: “Rebe, entiendo la resolución que se tomó con respecto a mí, pero... ¿qué va a ser del judaísmo de mis hijos? ¿De mis nietos? ¿¿¿Quién se responsabilizará por ellos???”
Después de las inteligentes y emotivas palabras del niño, el Rebe ordenó que lo tomaran nuevamente en el Jeider.
“Los resultados del conmovedor pedido del niño judío” dijo el invitado “están a la vista hoy. Este muchacho rebelde es el bisabuelo de la novia, que continua en el camino de la Torá y sus Preceptos. El Rebe supo que valía la pena responsabilizarse por las generaciones siguientes”
Vivimos hoy épocas distintas. Soplan fuertes vientos dentro de nuestro pueblo que tratan de erradicar la esencia judía y nuestros niños a veces no saben reclamar el derecho a su eterna herencia, como lo hizo el muchachito. Pero la responsabilidad sigue vigente: Ningún chico judío debe quedar sin educación judía. Cada niño, cada adolescente, debe saber quién es y qué se espera de él como iehudí y vivir su judaísmo con alegría y sano orgullo. ¿Cómo se logra esto? Hoy, en realidad, es muy sencillo. Existen programas de estudio judaico formal y no formal de excelencia que se adaptan a las necesidades de cada chico judío. Sólo hay que acercarse y escuchar la propuesta. Cada abuelo, padre, hermano o amigo judío debe preguntarse: ¿”Qué va a ser del judaísmo de los chicos?”. Pero sin desesperar: Así como nos enseñó el Rebe, estamos aquí, esperándolos...
Miriam Kapeluschnik

STOP!!! PERSONA DE CARACTER DIFICIL

Nuestra familia es, como ya muchos saben, fanática del sur de laArgentina. Este año, gracias a Di-s, pudimos visitar nuevamente estos hermososparajes, de montañas de belleza indescriptible, lagos profundamente azules y de árboles verdes y flores de todos colores. Todo el conjunto constituye una maravilla constante y un regalo para los ojos. Pero para poder acceder a este sitio, realizamos nuestro viaje a través de largas rutas, que atraviesan parte del país.Esta vez, a la altura de la provincia de La Pampa, descubrimos que los inconvenientes causados por la construcción y arreglos de la ruta seguían en el mismo estado (o mejor dicho, peor) que el año anterior. No podíamos creer lo que veíamos. ¡¿Cómo era posible que todo siguiera igual?!. Sin embargo, notamos que algo había cambiado: ¡¡¡los carteles que anunciaban las molestias causadas eran nuevos!!! Sí! Impecables carteles en los que se leía:
¡ATENCIÓN! CALZADA EN MAL ESTADO (bien podrían haber escrito “en deplorable estado”) ¡AVANCE CON PRUDENCIA!Llevada por mi indignación dije: "¡¿Por qué no se dedicaron a renovar la ruta en lugar de renovar los carteles?!" Pero enseguida esto mismo me llevó a una reflexión: ¿Cuántas veces las personas colocamos ante nosotros estos mismos carteles y no hacemos ningún esfuerzo para cambiar? ¿Cuántas veces decimos: "yo soy así y deben tolerarme" ? ¿No sería mejor invertir nuestros esfuerzos en tratar de mejorar y convertirnos en personas más cálidas, con mejores actitudes hacia el prójimo en lugar de "colocar los carteles" cada vez que es necesario? ‘Pero’ -podemos aducir- ‘así es mi forma de ser y no puedo cambiarla’.Sin embargo, Rabi Shneur Zalman de Liadi, en el Sefer Tania (libro de cabecera de la filosofía jasídica) nos explica que la mente domina al corazón desde su naturaleza, y por ende es posible cambiar nuestras tendencias negativas y convertir los nuevos hábitos que queremos poseer en nuestra segunda naturaleza. Para ello debemos trabajar con alegría, sin dejar que cualquier tropiezo nos haga retroceder.Para construir una ruta son necesarias diferentes herramientas. Para construir un carácter positivo se debe estudiar Torá, y especialmente Jasidut. ¡¿Qué mejor que comenzar ahora, cuando se reanudan todas las actividades y cursos en todos los Batei Jabad del país?! Vamos, anímese, comience a descubrir los bellos senderos del alma judía, que permitirán que la ruta hacia usted sea fácil y agradable de recorrer y¡BASTA DE INÚTILES CARTELES! Miriam Kapeluschnik

¿VALIÓ LA PENA?

En la tradición, Lag Baomer representa el día de la fortificación de la educación judía. Ya en Europa, los ‘melamdim’ (maestros del jeder) salían al campo con sus alumnos, jugaban con arcos y flechas e infundían en el corazón de los niños el amor a los valores judíos. Esta hermosa costumbre se lleva a cabo aún hoy, en todo el planeta y sobre todo en Israel.
La historia nos relata que en el período del dominio romano, hace más de 2000 años, los judíos tenían prohibido el estudio de la Torá. Sin embargo, maestros, padres y por sobre todo, los valientes niños, se negaron a acatar semejante decreto. Sabían que el secreto de la existencia judía se hallaba en la transmisión, la continuidad y la vivencia de acuerdo a las eternas enseñanzas de la Torá. Los romanos también lo sabían y por eso apuntaron a la destrucción de la educación judía. En Lag Baomer celebramos el haber podido vencer el cruel edicto, gracias al ejemplo personal de grandes como Rabi Akiva y Rabi Shimón Bar Iojai. Ambos líderes no eran conocidos estrategas, ni políticos demagógicos, ni siquiera diplomáticos que sopesaban cada una de sus palabras para no comprometerse (de hecho Rabi Akiva murió asesinado por las autoridades romanas por seguir enseñando Torá, y su alumno Rabi Shimón Bar Iojai fue perseguido por el gobierno y condenado a muerte, debiendo esconderse por 13 años en una cueva en el norte de Israel, sólo por expresar lo que realmente pensaba del imperio romano). ¿Qué profesión ejercían? Simplemente, la docencia. Sí, maestros que enseñaban con todo el fervor y amor cada uno de los pasajes de la Torá. Fueron quienes lograron a través de su ejemplo, sacrificio personal, sin miramientos ni intereses, que la chispa judía permanezca encendida con todo su vigor, incluso en los momentos más oscuros.
Hoy, después de tantos años, la sagrada tarea de la educación está en nuestras manos. Rabi Akiva y Rabi Shimón nos ‘pasaron’ el mando. Nosotros, padres, abuelos, dirigentes comunitarios y docentes somos los responsables absolutos del traspaso de los valores eternos a la generación que nos sigue. Como padres, que decidimos qué educación ofrecer a nuestros hijos, debemos elegir aquella que nos asegure que la chispa judía brille ampliamente en ellos. Debemos ser muy cuidadosos y exigentes en cuanto a la calidad de vivencia judía que a través de los valores auténticos, recibirán. En cuanto a los docentes, es trascendental que no sólo conozcan el material a enseñar, sino por sobre todas las cosas que amen, crean y vivan profundamente aquello que enseñan. Es el maestro el que tiene en sus manos la oportunidad única de sembrar el amor y el compromiso con el judaísmo. Este Lag Baomer tomemos una importante decisión: exijamos y fomentemos un marco para nuestros niños comprometido y sin concesiones. Seamos como aquella generación de valientes padres, maestros y alumnos. Hoy ningún imperio nos prohíbe vivir nuestro judaísmo. Que nuestras acciones manifiesten: “¡Rabi Akiva, Rabi Shimón: Aquí estamos!. ¡Vuestro sacrificio valió la pena!”
Miriam Kapeluschnik

VOS SÍ QUE TE FUISTE

Hace algunas semanas, mientras charlábamos cómodamente después de encender las velas de Shabat, una de las hijas de nuestros amigos, que estudia aquí en Buenos Aires, ( y a la que llamaremos Solange) me relató una interesante anécdota: Durante un fin de semana largo había viajado a su ciudad natal para estar con sus padres. El sábado a la noche se reunió con un grupo de amigas de la infancia, y una de ellas se interesó en lo que Solange estaba haciendo últimamente. Ella le contó que además de estudiar en la Facultad, asistía a los cursos de Torá del Majón Or Jaia para jóvenes judías, observaba el Shabat, el cashrut, y en general asumía una vida plena de Torá y Mitzvot. Cuando terminó de relatar estos detalles, la amiga- que estaba boquiabierta- le dijo: “¡Ay! Solange vos sí que te fuiste de mambo” Solange optó por responder con otra pregunta: “Y decime vos, Romina, ¿en qué andás?” La joven relató que entre sus diversiones, a veces tomaba demasiado. Es más, el fin de semana anterior había tomado tanto que se descompuso, perdió la noción de dónde estaba y sus amigos la dejaron en casa. Y al otro día la resaca era terrible” En ese momento Solange no pudo contenerse y le dijo: “¡Me parece Romina que la que se fue de mambo sos vos!”
Estamos festejando Simjat Torá- la alegría de la Torá. Celebramos el haber concluido con su lectura a lo largo del año y el comenzar a leerla nuevamente. Nuestros Sabios Z”L nos enseñan que a través de los bailes en Simjat Torá, podemos alcanzar una elevación mayor que en Rosh Hashaná. Pero después de todo, ¿por qué tanta alegría? ¡Es la misma Torá que tenemos desde hace 3315 años! ¡Sí! La que nos guía a lo largo de toda nuestra vida, la que nos enseña a ser mejores seres humanos, la que ayuda a que nuestros hijos crezcan saludables y seguros, la que proporciona luz a nuestros hogares, la misma por la que ‘se jugaron’ nuestros antepasados, incluso entregando la vida, aquella que cuando un judío decide vivir de acuerdo a ella, lo acompaña lo enaltece y no lo defrauda. Esa Torá que nos sorprende a cada instante pues es la Sabiduría Infinita de Di-s. Es la que hace que la mirada de los jóvenes sea limpia, clara, llena de idealismo y pasión. Y la que logra que ese mismo brillo permanezca en nosotros aún en la madurez y ancianidad. Es la única que nos asegura para que no nos desviemos y perdamos la noción de quienes somos y para qué estamos aquí y ahora. La Torá es nuestra vida y a ella estamos unidos desde la esencia de nuestra alma. Es la que Solange descubrió y la que Romina aún no conoce. Vení vos también. Acercate este Shmini Atzeret y Simjat Torá. Alegrate y bailá con la Torá. Es toda tuya. Para que nadie pueda decirte, ni decirle a tus hijos: “Vos sí que te fuiste...” Miriam Kapeluschnik

IMAGINA

IMAGINA
Los memoriosos, mayores de 40 y quizás más jóvenes, relacionarán esta palabra con una popular canción interpretada por un famoso cantante que murió asesinado. Su contenido hablaba de imaginar un mundo improbable.
Esta mañana quise buscar la razón por la que cada uno de nosotros se alegra en Simjat Torá.
Y entonces traté de imaginar un mundo- Di-s nos libre- sin Torá.
Y en realidad, me fue totalmente imposible.
¿Qué judío podría respirar un instante de su vida sin ella?
¿Qué haríamos sin sus hermosas letras, que encierran los más profundos secretos de la Creación, y que nos acompañan desde la más tierna niñez?
¿Pueden imaginarse un pueblo judío sin el Shabat, las velas, la paz que infunde, el brillo en el rostro que se enciende por 25 hs, la sensación sublime y las deliciosas comidas que alimentan al cuerpo y al espíritu? ¿Sin un Shemá Israel, una bendición, sin la voz de los niños estudiando Torá?
¿Alguien podría pensar en prescindir del sabor de la Matzá en Pesaj, del sonido del Shofar en Rosh Hashaná, del sentimiento de conexión de Iom Kipur, del aroma de las Cuatro Especies en Sucot, de la brisa fría de una noche cenando en la Sucá?
¿Cómo podríamos prescindir del especial sentimiento que nos provoca asumir el precepto del cashrut, de las cientos de leyes que debemos aprender para llevarlo a cabo correctamente?
¿Quién cambiaría la sensación que tenemos cuando estamos debajo de la jupá (palio nupcial) o llevamos a un hijo hacia esta, cuando colocamos el nombre de una hija en la Torá o realizamos el Brit Milá (circuncisión)?
¿Y el orgullo que sentimos en el Bar o Bat Mitzvá, porque entendemos que los chicos han dejado de ser niños y ahora son adultos responsables de sus actos religiosos?
¿Podría el pueblo judío subsistir sin los actos de bondad- jesed- sin la Tzedaká, sin el amor al prójimo?
¿Se pueden figurar una puerta sin Mezuzá, un brazo sin Tefilín, un pueblo del Libro sin Libro, sin el placer maravilloso que provoca estudiar los pasajes de la Torá?
Esto y muchísimo más es parte de nuestra Sagrada y querida Torá. Ella ocupa nuestras vidas y les da sentido. Es por eso que cada iehudí, esté donde esté, puede regocijarse en Simjat Torá. Porque no importa cuán lejos o cerca esté, la Torá sigue siendo parte de su vida. Es ella la que nos da la posibilidad de alcanzar lo Sublime, de percibir a Di-s y poder unirnos a Él.
No, es imposible imaginarse un mundo sin Torá. Debe ser porque cuando Hashem Lo creó, primero miró en la Torá, cual el ingeniero mira los planos, para construir Su mundo. Ella es nuestra y nosotros le pertenecemos.
Por eso, IMAGINA. Y además, actúa. Para lograr ese mundo que no es improbable. Sí, el mundo que la Torá nos indica percibir. El de la verdad, la justicia, y el conocimiento de Di-s. El mundo preparado para recibir al Mashiaj Ya.
Miriam Kapeluschnik

LA PESADILLA RETORNA...

¿Se imagina siendo la protagonista de una película de terror? ¿Puede verse el rostro aterrado cuando ve que la pesadilla acecha? Bueno, esa misma mueca de pánico se dibuja en el rostro de muchas mujeres cuando escuchan que ya falta poco para la llegada de la festividad de Pesaj.
Pero ¿es realmente tan espantoso? ¿Acaso puede que sea tan terrible como los cientos de años de esclavitud en Egipto? ¡Además, nuestras madres, abuelas, bisabuelas y más para atrás aún, lo lograron! Y por sobre todo, nunca renunciaron a pesar de que en aquellas épocas era mucho más complicado preparar Pesaj que en nuestros días.
Los recuerdos de la infancia que permanecen en nuestras mentes, muchas veces están relacionados con los preparativos de Pesaj. Cuando tocábamos el tema con las señoras mayores que venían a tomar el té a nuestra casa los Shabat a la tarde, en la ciudad de Concordia, todas relataban algo relacionado a ello. Hablaban de las madres o abuelas que ‘Casherizaban’ los cubiertos en los pozos de tierra. De la limpieza profunda que realizaban en las casas. De la hermosa vajilla guardada. Del padre que vestía el kitll y se recostaba en los enormes almohadones. En los ojos de todas ellas se veía una energía y una alegría especial al evocar esos instantes.
Ustedes me dirán: “O.K, eso era antes. Las mujeres estaban todo el día en casa. Pero nosotras hoy, salimos a trabajar, estudiamos o somos empresarias. Todo es tan complejo...”
¡Nada más alejado de la verdad! La experiencia nos enseña que lo mejor es comprometer y dejar participar de este importante emprendimiento a toda la familia. Formar un equipo. Incluso convocando a otras personas para ayudarnos. Recuerdo que en cierta ocasión, faltando menos de un mes para Pesaj, me acerqué a la empleada doméstica que trabajaba en casa desde hacía sólo dos meses y le dije:
“Melina, sé que nuestras costumbres dietéticas te parecen un poco extrañas (refiriéndome al cashrut). Bueno... dentro de unas semanas nuestras costumbres serán más raras aún... porque...”
-“Señora”, me dijo, “¿usted se refiere a Pesaj?”
-“Sí”, alcancé a balbucear sorprendida,
-“No se preocupe, ya sé todo sobre la fiesta y las costumbres. Encontré en la biblioteca la ‘Guía Completa de Pesaj’ y ya la leí toda...” No hace falta decirles que Melina fue de gran ayuda en los preparativos.
En casa siempre repartimos los trabajos de limpieza. Nos proponemos erradicar todo vestigio de migas de comida fermentada de nuestro hogar. Cada uno se hace responsable de un sector. Pero atención: no cometa errores con el personal que pone a cargo. Nosotros, por ejemplo, siempre poníamos a nuestro hijo mayor para que se encargara de limpiar los libros. Craso error: él es un ratón de biblioteca. ¡¡¡En lugar de limpiar los libros, los leía!!! Siempre teníamos que socorrerlo, pues no llegaba a tiempo con su tarea.
Casherizar las mesadas es generalmente, una tarea de los “hombres de la casa”. Sólo los más grandes tienen la oportunidad de ayudar a Papá en esta empresa. Nada más fascinante que el ruido que produce la piedra al rojo vivo cuando se pone en contacto con el agua hirviendo. ¡Y después... a sacar la vajilla de Pesaj! ¡Qué emoción! Todo parece nuevo, porque sólo lo vemos una vez al año. En casa, una de mis hijas es la encargada de anotar en cada caja qué hay dentro cuando guardamos los utensilios, y además siempre escribe o dibuja algo que haya sido divertido ese año. Al siguiente, es muy entretenido sacar los enseres.
El realizar las compras de los artículos casher para Pesaj, cocinar con ingredientes un poco diferentes, la preparación del plato del Seder, la llegada de los invitados: cada detalle es apasionante. Nada más significativo que una Hagadá manchada con vino, gotas de manzana rallada o pedacitos de Matzá que quedaron dentro.
Sépanlo, todo, absolutamente todo- sin excepción- constituirá la memoria de nuestros hijos. Ustedes me dirán:
-¡¡¡Todos tenemos hermosos recuerdos, pero de ellos no se vive!!!
Es cierto, de ellos no se vive, pero sí se construye un pueblo judío sano, pujante y por sobre todo... ¡¡¡vivo!!! Miriam Kapeluschnik

MAZAL TOV... MASHIAJ YA ESTÁ LLEGANDO

¿Quién no se conmueve al presenciar una ceremonia de casamiento, a la que comúnmente llamamos ‘jupá’? Cada detalle es emotivo y tiene un mensaje eterno para los miembros de la nueva pareja.
Hace pocos días asistí a la boda de alguien muy querido, y en medio de la emoción, los comentarios e instancias, me detuve a pensar en un detalle que siempre está allí y del cual nunca me había percatado. Al finalizar todas las bendiciones que se le dan a la pareja, el novio acostumbra a romper la copa. El motivo de esta costumbre es recordar, incluso en el momento de más dicha y felicidad de la persona, la destrucción del Beit Hamikdash (Gran Templo de Jerusalem) y que la redención aún no ha llegado. Hasta aquí lo convencional. ¿Pero se percataron ustedes de que inmediatamente después de la rotura de la copa todo el mundo grita “¡Mazal Tov!”, aplaude o canta? No hay siquiera un instante de silencio o de concentración que separe ambos momentos tan distintos. Y entonces recordé la famosa historia que relata el Midrash, acerca de un judío que estaba arando la tierra con su vaca. Pasó por allí un árabe justo cuando la vaca emitió un mugido. El árabe dijo: “Judío, debes estar de duelo, pues ha sido destruido el Templo” Al instante la vaca volvió a mugir, el árabe dijo: “ Judío, levántate de tu duelo. ¡Acaba de nacer el Mashiaj- redentor- de Israel!”
El Rebe de Lubavitch nos explica que el Mashiaj está preparado para revelarse al instante próximo de la destrucción. Es más, no existe interrupción e inmediatamente luego de la catástrofe que tuvo lugar en este mundo material, comenzó la salvación, nació el redentor de Israel.
Y si analizamos el hecho del Jurbán (destrucción) del Gran Templo -entenderemos que así como sólo está permitido derribar una Sinagoga o Templo para construir otro más suntuoso, Hashem permitió que se destruyera Su Templo para que el próximo sea una construcción eterna.
Ustedes se preguntarán: ¿qué tiene que ver una boda con todo esto?. Bueno, debajo de la jupá se construye una nueva familia judía. En hebreo decimos: Binián Adei Ad- una construcción eterna. ¿Qué es lo primero que hace el novio antes de salir a la vida con su esposa? Rompe la copa. Recuerda que la destrucción del Beit Hamikdash es sólo para permitir que una mejor edificación se ubique en su lugar. Pero esta obra se lleva a cabo sólo a través de los buenos actos y Mitzvot que realizamos. Comenzaron las Tres Semanas de duelo que se encuentran entre el 17 de Tamuz y el 9 de Menajem Av. Son días de duelo, dolor y tristeza. Sin embargo el mensaje es claro. No hay tiempo para paralizarnos. La redención está lista para llegar. El novio ya rompió la copa. Sólo depende de nosotros. Concentrémonos en nuestra tarea y tengamos el grito de MAZAL TOV a flor de labios...
Miriam Kapeluschnik

Y EL MASHIAJ ¿DONDE ESTÁ?

El mes de Nisán es el mes de la Gueulá- Redención- un momento especial. Los días de Pesaj, que acaban de terminar, incrementan esa añoranza y espera. Encontramos que todos los Rebes de Jabad mencionaban insistentemente el tema en esta época del año.
Rabi Shneur Zalman, el primer Rebe de Jabad, acostumbraba a decir al concluir el Seder de Pesaj: “Amo del Universo: He cumplido con Tu Voluntad y he llevado a cabo el Seder como debe ser. ¡Ahora, por favor, Haz Tú mi voluntad- “Le Shaná Habaá B’Irushalaim! (“¡El año próximo en Jerusalem!”)”
También Rabi Shneur Zalman, que confeccionó el texto de la Hagadá de Pesaj de acuerdo al rito Jabad, omitió la última frase que figura en todas las Hagadot y que versa: “Jasal sidur Pesaj...” (“Ha concluido el Seder de Pesaj...”). La omisión tiene una explicación: Las enseñanzas del Seder de Pesaj deben acompañarnos a lo largo de todo el año.
Por supuesto que cada uno de nosotros lleva consigo infinidad de detalles que reforzarán nuestro servicio a Hashem para todos los días que restan hasta el próximo Pesaj, pero quiero relatarles un pequeño episodio que me ha dejado un fuerte mensaje.
“Sucedió en la noche del segundo Seder. Junto a nosotros, se encontraban otras dos familias festejando Pesaj. Una de ellas acostumbra a acompañarnos casi todos los años y disfrutamos juntos de esta especial velada. La segunda familia vivía por primera vez la experiencia del Pesaj. Todo era nuevo y atractivo. Durante la primer parte mi esposo relató la Hagadá y nuestros hijos se dedicaron a salpicar con interesantes comentarios la atractiva narración. Después, la cena festiva, en la que nos deleitamos no sólo con los manjares de Pesaj, sino con divertidas historias y canciones. Y finalmente llegó uno de mis momentos preferidos. La copa del Profeta Eliahu se llenó y enviamos a los niños en compañía de un mayor a la puerta a recibirlo. Mi esposo explicó quién era Eliahu Hanaví y por qué nos visitaba. No pude contenerme y fui a observar la escena de los niños. Cuando regresé, la pareja que vivía esto por primera vez, preguntó al unísono, un poco en serio, un poco en broma: “ Y Eliahu, ¿ya llegó?” Los miré y dije seriamente: “¡Eliahu ya está aquí!” Ambos se pusieron serios, y nuevamente al unísono asintieron y dijeron: ¡Ya está aquí!” Pude ver en sus ojos toda la fe del pueblo judío. Me impresioné profundamente, y gracias a ellos sentí yo también que Eliahu se hallaba con nosotros. Luego me inundó un profundo regocijo, al corroborar que la fe del pueblo de Israel sigue intacta, impecable. Nada le ha hecho mella. Por eso, aprendí que si con la misma seguridad, contamos a todos los iehudim del mundo que, así como nos explicó el Rebe de Lubavitch, el Mashiaj ya está prácticamente entre nosotros, y sólo debemos pedirlo con todas nuestras fuerzas, seguramente ellos creerán, con esa fe inmaculada, que nos ha sido heredada por nuestros ancestros y que permanece en su estado puro, sin ninguna alteración. Y a través de ese pedido sincero, seremos meritorios de recibirlo ya, con toda alegría, ¡Amén!
Miriam Kapeluschnik

¿QUIEN ES UN EXPERTO?

QUIÉN ES UN EXPERTO?

¡Qué increíble! Ha transcurrido el año lectivo y ahora estamos de vacaciones. Sí, ya sé, no he descubierto América. Con solo salir a las calles de la ciudad, no se necesita siquiera mirar el calendario colgado en la pared. Pocos automóviles, muchos autobuses transportando niños a colonias de verano, etc. Es aparentemente el momento ideal para relajarnos con respecto al tema educativo. Después de todo, ¿¿¿quién desea hablar de la escuela en época de vacaciones??? Pero... ¿quizás es todo lo contrario?
Esta semana, leyendo un interesante artículo, me topé con esta anécdota:
“Era verano, y los indios de una remota reserva en el Norte de América, le preguntaron a su nuevo Jefe si el invierno sería muy crudo o apacible. Ya que se trataba de un Jefe Indio criado en una sociedad moderna, nunca había sido instruido en los antiguos secretos, y cuando miraba al cielo, no podía revelar el tipo de clima que reinaría. De todas formas, para cubrirse, respondió que de hecho sería un invierno frío y recomendaba recolectar suficiente leña. Pero además, siendo una persona práctica, buscó una casilla de teléfonos y llamó al Servicio Nacional de Meteorología y preguntó: “¿El próximo invierno será frío?”
El técnico le respondió: “Aparentemente se tratará de un invierno frío”.
El Jefe Indio volvió a la Reserva y recomendó que recolectaran más leña de lo normal, para estar preparados.
Una semana después, realizó el mismo llamado y la respuesta del meteorólogo fue: “¡Sí! Definitivamente será un invierno bastante frío”.
El Jefe nuevamente, recomendó que buscaran más leña.
Dos semanas después, volvió a llamar al Servicio Meteorológico y preguntó: “¿Están absolutamente seguros de que será un invierno crudo?”
“Definitivamente” respondió el experto. “Será uno de los inviernos más rigurosos de la historia”.
“¿Y cómo pueden estar tan seguros?” preguntó el Jefe Indio.
El perito respondió: “¡Es que los Indios están recolectando leña como locos!”
La mayoría de nosotros, siempre se asesora acerca de temas trascendentes con los expertos en dicha materia. La educación de los niños no es una excepción. El judaísmo nos enseña que no podemos relajarnos jamás con respecto a la calidad educativa de nuestros hijos. Y así como los indios se preparaban para el invierno en el verano, éste es el mejor momento para tomar distancia y replantearse el tipo de instrucción judía que brindaremos a los chicos durante el próximo período escolar. Y las preguntas que debemos formularnos son: ¿La educación judía de nuestros hijos está en manos de verdaderos expertos? ¿Son ellos el auténtico ejemplo de lo que un educador debe ser? ¿Ellos se identifican y, por sobre todo, viven de acuerdo a lo que enseñan? ¿La educación que imparten asegura la continuidad de un pueblo judío floreciente?. En este caso no podemos equivocarnos. No se trata de juntar un poco más o menos de leña. Es la vida espiritual de nuestros hijos la que está en juego. Y con la vida no se juega. Es este el momento de buscar a los verdaderos expertos, aquellos que no necesitan mirar lo que hace el otro, para dar una respuesta. Nosotros, los iehudim tenemos que mirar lo que nos indica la Torá y gracias a Di-s existen Escuelas Judías que responden a esos parámetros. También Programas de Educación no Formal que son fieles a esas enseñanzas. No lo dude, acérquese ahora y sabrá que sus hijos estarán en manos de verdaderos expertos.
Miriam Kapeluschnik