viernes, 22 de mayo de 2009

¿TIEMPOS MODERNOS?

La detención de Bernard Madoff ha revolucionado Wall Street. Multimillonario, hombre de familia, filántropo, gestor favorito de los ricos de Florida y Manhattan. Su legado: un fraude de 50.000 millones de dólares, instituciones financieras y grandes fortunas afectadas en todo el mundo. De acuerdo con el FBI, Madoff anunció a sus empleados que no tenía "absolutamente nada” y que iba a entregarse.
Una de las razones más importantes por la cual el fraude no fue detectado, es que sus clientes no estaban interesados en investigar. Además de la rentabilidad que les ofrecía, el hecho de que Madoff gestionara sus inversiones era un símbolo de prestigio y exclusividad.) (De Internet)
Muy a menudo, durante los cursos que dicto o en charlas informales con mujeres judías modernas, con una excelente educación terciaria y un profundo conocimiento de la actualidad, comentamos acerca de la actualidad que manifiesta la Torá en todos los campos conocidos: ciencia, política, psicología, física, medicina, etc. Incluso cuando de repente estudiamos algún tema que analiza la Biblia, el Talmud o la Filosofía Jasídica no dejan de sorprenderse y maravillarse. Siempre, con una sonrisa, llegamos a la misma conclusión: “¡Y después dicen que la Torá no es moderna!”.
Cuando estudiamos los pasajes bíblicos referentes a la prohibición de la idolatría, puede parecernos algo totalmente arcaico. Nos cuesta incluso imaginar que seres humanos inteligentes adoraran una piedra o un árbol. Pero la Torá no habla en tiempo pretérito cuando nos exige no practicar ningún tipo de idolatría. ¿Qué pasa? Vivimos en otra época, lejana de la antigüedad. ¡Manejamos computadoras, blackberrys, Internet!
El Alter Rebe- Rabí Shneur Zalman de Liadi- dijo:
“Los Hombres de la Gran Asamblea (Anshei Kneset HaGdolá- Aprox año 300 a.e.c Herederos de los Profetas y precursores de los Sabios de la Mishná) invalidaron la avidez por la idolatría y que en su lugar exista la ambición por el dinero. Y no sé si fue beneficioso...”
En estos últimos tiempos, sólo se escuchaba hablar de valores importantes. De Wall Street, Nasdaq, Dow Jones, hedge founds. Claro, quienes manejaban esos términos y por supuesto la enorme cantidad de dinero que a través de ellos circula, eran considerados intocables, glamorosos, hasta cuasi sagrados.
Sin embargo, estas últimas semanas fuimos testigos de lo moderna que puede ser la advertencia de no realizar idolatría en nuestros días. En muy poco tiempo, aquellos que sólo confiaban en Madoff, que apostaron ciegamente todo lo que tenían a su palabra, quienes lo veían como el gurú de las finanzas, el epítome del éxito eterno, presenciaron su derrumbe estrepitoso. De master pasó a delincuente común. De hombre honorable a ladrón.
Cayó un ídolo de papel. Dejó detrás un enorme grupo de damnificados directos. Pero nosotros, como iehudím, debemos mirar un poco más allá. El judaísmo nos enseña lo importante que son los valores. Pero no los que cotizan en Wall Street. Los valores eternos de la Torá. El estudio de sus leyes y el apego a sus preceptos. Estos son los que siempre están vigentes y están en oposición diametral a los valores que implican la persecución de los bienes materiales. Dice en el Pirkei Avot (Cap. II Mishná 7-Legado Ancestral Editorial Benei Sholem): “...{Más} el aumentar Torá, aumenta la vida; el estudio asiduo aumenta la sabiduría; el aumentar consejo, aumenta el entendimiento; el aumentar la caridad aumenta la paz. Quien ha adquirido un buen nombre, lo ha adquirido para sí...” El buen nombre no es un mero beneficio externo, sino una parte integral de la persona que se ha apegado al estudio y las buenas acciones. Algo que conserva y lo acompaña incluso después de la muerte y que es incomparable a los valores terrenales que son superficiales. La Torá es actual, sin duda. Lo importante es tenerlo claro y saber dónde invertir de verdad.
Miriam Kapeluschnik

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