lunes, 14 de mayo de 2007

TOD ACERCA DE SARA

TODO ACERCA DE LA VIDA DE SARA
Ese hubiera sido, seguramente, el titular de las más importantes publicaciones de la época. ¡Sí! ¡Sara, nuestra Matriarca, era una figura conocidísima del jet set internacional de aquellos días! Pero no de la manera a la que estamos lamentablemente acostumbrados en nuestro tiempo.
Nuestros Sabios nos enseñan que Sara era una mujer absolutamente completa. En los 127 años que vivió, la Torá nos asegura que era tan pura a los 100 como a los 20 y tan hermosa y magnífica como a los 7. Sabemos también de su excelente criterio y sensatez. Seguramente muchas de las empresas de Abraham fueron exitosas gracias a los inteligentes y acertados consejos de su esposa.
Es más, su nivel de profecía era más elevado que el de su propio esposo, hasta punto tal que Di-s mismo lo legitimó diciendo: “Todo lo que te diga Sara, préstale atención”
Ella también era reconocida por su belleza física absolutamente natural y sin operaciones correctoras de por medio. Incluso reyes poderosos desearon desposarla.
Era una experta en la cocina, sus “menús gourmet” eran apreciados por miles de turistas que llegaban a la residencia de Abraham, sabiendo que allí se les serviría una comida digna de ser recomendada por la famosa guía Michellín de la época.
Evidentemente, una mujer multifacética. En nuestros días diríamos que tenía todas las posibilidades de ser declarada “la mujer del año”, aspirar a un importante cargo político, dedicarse a dictar conferencias en las grandes capitales del mundo, ser una autorizada consultora de negocios y por supuesto, de aparecer en las tapas de las más célebres revistas del ambiente de la moda y de ‘los ricos y famosos’. Su imagen aparecería también en todos los medios, puesto que sería una persona absolutamente notoria.
Sin embargo, en la Torá sólo se oye la voz de Sara cuando defiende su punto de vista como madre judía. No se trata de ningún dulce reportaje en el que describe las aptitudes de su único hijo, sino de una fuerte declaración en la que marca las pautas para que toda su descendencia- hasta la llegada del Mashiaj- se conduzca por la senda marcada por la Voluntad Divina. No se permite concesiones ni siquiera en el más mínimo detalle. Es momento de tomar una fuerte decisión y no ‘le tiembla la muñeca’ para hacerlo. Es por eso que podemos señalar que, a pesar de todas sus condiciones, lo más importante en su vida fue la de asumir su rol de educadora y forjadora del camino que transitaría su descendencia. Ella se aseguró que su hijo formara un hogar judío, con todos los detalles.
En estos confusos días que vivimos, donde el éxito y la belleza se miden de acuerdo a pautas ajenas a lo trascendental, donde sólo lo efímero parece prevalecer, debemos resaltar la virtud de Sara e imitarla. Hemos recibido como herencia su talento, habilidad y coraje. Asumamos nuestro papel con orgullo y forjemos también el camino para nuestra descendencia de acuerdo a los valores eternos de la Torá, que fueron los que nos permitieron llegar aquí hoy y los que defendió Sara con todo su ser.
Dedicado a Sara- mi madre- que supo con suma inteligencia utilizar los mismos parámetros para medir lo importante de la vida, que nuestra Matriarca. Miriam Kapeluschnik

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