lunes, 14 de mayo de 2007

ASÍ COMO EN AQUELLOS DÍAS...EN ESTA ÉPOCA

Esta es una de las frases que agregamos en la Plegaria de “Al Hanisim” (por los milagros), que pronunciamos durante los días de Janucá.
Y sí, llegaron los días de luz. Estamos en Janucá. Recordamos los importantes sucesos que protagonizaron los Macabeos, ese puñado de valientes hombres que dio su vida para proteger a sus hermanos judíos física y espiritualmente del enemigo heleno. Janucá posee una historia fascinante, plena de bravura y entrega total por el prójimo. Pero esa actitud no era nueva dentro de nuestro pueblo. Cuando nuestro Patriarca Abraham enfrentó a Kedarlaomer y los reyes aliados para liberar a personas inocentes de su cautiverio, salió él en primera fila. Así procedió Moshé, como así también su sucesor Ieoshua. Todos los Jueces así se condujeron. Y entonces llegaron los días del rey David. Su ejército se hizo famoso por el llamado de su general, el propio rey David a la batalla: “¡Detrás de mí!” De todo esto aprendieron los Macabeos. Tanto Matitiahu el Sumo Sacerdote, como sus cinco hijos, entre ellos, el valiente Iehudá. Todos siempre “lo tenían claro”. La vida del prójimo está antes que la propia. Pasaron los años, muchos años desde entonces. Sin embargo, y a pesar de los vientos que soplaron, de las grandes confusiones, de los millones de golpes que hemos recibido, todo sigue igual. Sí, ‘Así como en aquellos días, en esta época’.
La semana pasada lamentablemente confirmamos que la fórmula de los Macabeos, del rey David sigue vigente. El viernes a la noche en Jevrón, la ciudad de los Patriarcas, el lugar donde descansa entre otros el primer hebreo- Abraham- un grupo de judíos (hombres, mujeres y niños) escoltados por soldados del ejército, que retornaba a sus hogares al concluir la Plegaria de Shabat, fue atacado sin lástima por francotiradores. Inmediatamente fueron alertadas las fuerzas de seguridad. Éstas llegaron al instante. La consigna fue atraer la atención del enemigo, para evitar la muerte de los civiles. El testimonio de un soldado sobreviviente dice: “Ellos corrieron hacia la muerte para salvar a los demás”.
Sin embargo, quisiera compartir un detalle que quizás muchos desconocen. Los caídos, en su mayoría, eran militares. Pero lo más llamativo es que entre ellos había oficiales de altísimo rango, de la elite, por ejemplo, el general Dror Wainberg Z”L, que pronto iba a ser nombrado Comandante de Paracaidistas debido a su brillante desempeño en el ejército. En la cúpula militar israelí se evaluaba su nombre para un altísimo cargo. Falleció al tratar de detener a uno de los terroristas. La lista sigue. Todos ellos además eran padres de familia, hijos, hermanos. Sin embargo, en ese momento sólo privó el prójimo. Sabemos que el ejército israelí es el que pierde más oficiales en sus guerras. No se trata de un error de estrategia, sino de seguir el camino de sus ancestros.
En días de tanta energía como los de la festividad de Janucá, en que celebramos el triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad, de la Torá sobre la asimilación, del amor fraternal sobre el egoísmo, debemos inspirarnos. Es nuestro deber traer más luz. La victoria está asegurada, pues los Abraham, los Moshé, los David y los Macabeos siguen hoy entre nosotros, y su grito de “Detrás de mí” se sigue escuchando. Sigamos adelante, igual que “En aquellos días, en esta época”
Miriam Kapeluschnik

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