lunes, 14 de mayo de 2007

¿BLANCO, NEGRO O EN COLOR?

Muchas veces, al escuchar esta pregunta, nuestro pensamiento nos conduce a una película. Sin embargo, esta vez deseo referirme a la vida misma. ¿Nunca tuvieron la sensación de mirar hacia adelante, presenciar una situación, y verla en blanco y negro y color a la vez?
Quiero contarles que a mí me sucedió: Hace unas semanas, tuve el privilegio de participar de un emotivo Bar Mitzvá, en la ciudad de Concordia, Entre Ríos. En los momentos de la Lectura de la Torá, miré hacia la Bimá (mesa especial, donde se apoyan los Rollos de la Torá) para observar al jovencito que se preparaba para leer la Parshá correspondiente y que estaba rodeado de sus seres más queridos, y tuve por primera vez en mi vida la sensación de ver al mismo tiempo en blanco y negro y color.
Hacia la derecha de la Bimá, estaba sentado un grupo de hombres judíos de diferentes edades. Algunos de ellos padres de niños pequeños, otros de adolescentes y también jóvenes abuelos. Todos miraban hacia la Bimá, serios, muy serios, se los notaba rígidos, casi almidonados. En cierta forma, incómodos. Los vi en blanco y negro. Algo faltaba.
En el mismo instante miré hacia la izquierda de la Bimá. Allí estaba sentado Lito, un miembro muy activo de la comunidad, que estrena sus sesentas. Se encontraba enfundado en su enorme Talit, con un Sidur en sus manos, miraba también hacia la Torá, y estoy segura de haber visto que una sonrisa surcaba su rostro. A su lado, Marcos -su hijo, también envuelto en el Talit, idéntico al de su padre, rodeado de sus cuatro pequeños hijitos, que jugaban y reían alegremente. Recuerdo haber advertido que se les notaba muy distendidos, cómodos, como si estuvieran en su propio hogar. Todos, desde el joven abuelo hasta el más pequeño de los nietos, conocían el “terreno” donde se encontraban y disfrutaban plenamente de ello. ¡Me di cuenta que los estaba viendo en colores! Entonces, entendí lo que sucedía: La diferencia estaba en que un grupo eligió ser “protagonista” y el otro ser “espectador”. Los primeros optaron por venir cada tanto y contemplar desde lejos. Dejarse llevar por el espectáculo, siendo solamente parte del público. Resultado: vinieron solos, sin sus hijos ni sus nietos. Estos últimos, ni siquiera estaban allí para observar. El segundo grupo estaba actuando, participando, siendo intérpretes de la gran “superproducción de Di-s” que es la vida judía. Todos ellos conocían sus roles, sabían a la perfección la letra, se sentían totalmente cómodos con el “papel” que debían ejecutar. Resultado: todas las generaciones estaban allí. El judaísmo no fue hecho para espectadores, sino sólo para protagonistas. ¡Nuestros antepasados lo fueron, y gracias a ello hoy estamos aquí! ¡Tome la decisión, acepte el “papel”que el Gran Director pensó y le otorgó sólo a Usted! Concurra a la Sinagoga, lleve con usted a sus hijos, nietos, amigos, vecinos. Participe de un curso de Torá. Lleve a cabo una mitzvá más. El resultado: sus hijos, nietos, bisnietos, etc, lo admirarán y serán parte activa de su “club de fans”…
Miriam Kapeluschnik

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