lunes, 14 de mayo de 2007

IMAGINA

IMAGINA
Los memoriosos, mayores de 40 y quizás más jóvenes, relacionarán esta palabra con una popular canción interpretada por un famoso cantante que murió asesinado. Su contenido hablaba de imaginar un mundo improbable.
Esta mañana quise buscar la razón por la que cada uno de nosotros se alegra en Simjat Torá.
Y entonces traté de imaginar un mundo- Di-s nos libre- sin Torá.
Y en realidad, me fue totalmente imposible.
¿Qué judío podría respirar un instante de su vida sin ella?
¿Qué haríamos sin sus hermosas letras, que encierran los más profundos secretos de la Creación, y que nos acompañan desde la más tierna niñez?
¿Pueden imaginarse un pueblo judío sin el Shabat, las velas, la paz que infunde, el brillo en el rostro que se enciende por 25 hs, la sensación sublime y las deliciosas comidas que alimentan al cuerpo y al espíritu? ¿Sin un Shemá Israel, una bendición, sin la voz de los niños estudiando Torá?
¿Alguien podría pensar en prescindir del sabor de la Matzá en Pesaj, del sonido del Shofar en Rosh Hashaná, del sentimiento de conexión de Iom Kipur, del aroma de las Cuatro Especies en Sucot, de la brisa fría de una noche cenando en la Sucá?
¿Cómo podríamos prescindir del especial sentimiento que nos provoca asumir el precepto del cashrut, de las cientos de leyes que debemos aprender para llevarlo a cabo correctamente?
¿Quién cambiaría la sensación que tenemos cuando estamos debajo de la jupá (palio nupcial) o llevamos a un hijo hacia esta, cuando colocamos el nombre de una hija en la Torá o realizamos el Brit Milá (circuncisión)?
¿Y el orgullo que sentimos en el Bar o Bat Mitzvá, porque entendemos que los chicos han dejado de ser niños y ahora son adultos responsables de sus actos religiosos?
¿Podría el pueblo judío subsistir sin los actos de bondad- jesed- sin la Tzedaká, sin el amor al prójimo?
¿Se pueden figurar una puerta sin Mezuzá, un brazo sin Tefilín, un pueblo del Libro sin Libro, sin el placer maravilloso que provoca estudiar los pasajes de la Torá?
Esto y muchísimo más es parte de nuestra Sagrada y querida Torá. Ella ocupa nuestras vidas y les da sentido. Es por eso que cada iehudí, esté donde esté, puede regocijarse en Simjat Torá. Porque no importa cuán lejos o cerca esté, la Torá sigue siendo parte de su vida. Es ella la que nos da la posibilidad de alcanzar lo Sublime, de percibir a Di-s y poder unirnos a Él.
No, es imposible imaginarse un mundo sin Torá. Debe ser porque cuando Hashem Lo creó, primero miró en la Torá, cual el ingeniero mira los planos, para construir Su mundo. Ella es nuestra y nosotros le pertenecemos.
Por eso, IMAGINA. Y además, actúa. Para lograr ese mundo que no es improbable. Sí, el mundo que la Torá nos indica percibir. El de la verdad, la justicia, y el conocimiento de Di-s. El mundo preparado para recibir al Mashiaj Ya.
Miriam Kapeluschnik

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