lunes, 14 de mayo de 2007

LA PESADILLA RETORNA...

¿Se imagina siendo la protagonista de una película de terror? ¿Puede verse el rostro aterrado cuando ve que la pesadilla acecha? Bueno, esa misma mueca de pánico se dibuja en el rostro de muchas mujeres cuando escuchan que ya falta poco para la llegada de la festividad de Pesaj.
Pero ¿es realmente tan espantoso? ¿Acaso puede que sea tan terrible como los cientos de años de esclavitud en Egipto? ¡Además, nuestras madres, abuelas, bisabuelas y más para atrás aún, lo lograron! Y por sobre todo, nunca renunciaron a pesar de que en aquellas épocas era mucho más complicado preparar Pesaj que en nuestros días.
Los recuerdos de la infancia que permanecen en nuestras mentes, muchas veces están relacionados con los preparativos de Pesaj. Cuando tocábamos el tema con las señoras mayores que venían a tomar el té a nuestra casa los Shabat a la tarde, en la ciudad de Concordia, todas relataban algo relacionado a ello. Hablaban de las madres o abuelas que ‘Casherizaban’ los cubiertos en los pozos de tierra. De la limpieza profunda que realizaban en las casas. De la hermosa vajilla guardada. Del padre que vestía el kitll y se recostaba en los enormes almohadones. En los ojos de todas ellas se veía una energía y una alegría especial al evocar esos instantes.
Ustedes me dirán: “O.K, eso era antes. Las mujeres estaban todo el día en casa. Pero nosotras hoy, salimos a trabajar, estudiamos o somos empresarias. Todo es tan complejo...”
¡Nada más alejado de la verdad! La experiencia nos enseña que lo mejor es comprometer y dejar participar de este importante emprendimiento a toda la familia. Formar un equipo. Incluso convocando a otras personas para ayudarnos. Recuerdo que en cierta ocasión, faltando menos de un mes para Pesaj, me acerqué a la empleada doméstica que trabajaba en casa desde hacía sólo dos meses y le dije:
“Melina, sé que nuestras costumbres dietéticas te parecen un poco extrañas (refiriéndome al cashrut). Bueno... dentro de unas semanas nuestras costumbres serán más raras aún... porque...”
-“Señora”, me dijo, “¿usted se refiere a Pesaj?”
-“Sí”, alcancé a balbucear sorprendida,
-“No se preocupe, ya sé todo sobre la fiesta y las costumbres. Encontré en la biblioteca la ‘Guía Completa de Pesaj’ y ya la leí toda...” No hace falta decirles que Melina fue de gran ayuda en los preparativos.
En casa siempre repartimos los trabajos de limpieza. Nos proponemos erradicar todo vestigio de migas de comida fermentada de nuestro hogar. Cada uno se hace responsable de un sector. Pero atención: no cometa errores con el personal que pone a cargo. Nosotros, por ejemplo, siempre poníamos a nuestro hijo mayor para que se encargara de limpiar los libros. Craso error: él es un ratón de biblioteca. ¡¡¡En lugar de limpiar los libros, los leía!!! Siempre teníamos que socorrerlo, pues no llegaba a tiempo con su tarea.
Casherizar las mesadas es generalmente, una tarea de los “hombres de la casa”. Sólo los más grandes tienen la oportunidad de ayudar a Papá en esta empresa. Nada más fascinante que el ruido que produce la piedra al rojo vivo cuando se pone en contacto con el agua hirviendo. ¡Y después... a sacar la vajilla de Pesaj! ¡Qué emoción! Todo parece nuevo, porque sólo lo vemos una vez al año. En casa, una de mis hijas es la encargada de anotar en cada caja qué hay dentro cuando guardamos los utensilios, y además siempre escribe o dibuja algo que haya sido divertido ese año. Al siguiente, es muy entretenido sacar los enseres.
El realizar las compras de los artículos casher para Pesaj, cocinar con ingredientes un poco diferentes, la preparación del plato del Seder, la llegada de los invitados: cada detalle es apasionante. Nada más significativo que una Hagadá manchada con vino, gotas de manzana rallada o pedacitos de Matzá que quedaron dentro.
Sépanlo, todo, absolutamente todo- sin excepción- constituirá la memoria de nuestros hijos. Ustedes me dirán:
-¡¡¡Todos tenemos hermosos recuerdos, pero de ellos no se vive!!!
Es cierto, de ellos no se vive, pero sí se construye un pueblo judío sano, pujante y por sobre todo... ¡¡¡vivo!!! Miriam Kapeluschnik

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