lunes, 14 de mayo de 2007

TEFILÍN Y VIAJES

¿Qué tienen en común un par de Tefilín y los viajes?. No, no se trata de los famosos chistes que comienzan así. Me formulé la pregunta mientras volvíamos de estas vacaciones. En esas largas horas de ruta, recordé tres situaciones parecidas vividas en diferentes momentos.

*Cuando nuestro primer hijo tenía un año, viajamos a Nueva York para visitar al Rebe de Lubavitch. ¡Memorable!. También se nos presentó en esa ciudad la oportunidad de visitar Eretz Israel y emprendimos el viaje. Preparé una buena cantidad de galletas de chocolate para entretener al bebé en el largo traslado. Pero la inexperiencia no me hizo prever que el chocolate haría estragos en la ropa de mi marido, que sostenía al niño. El avión hizo escala en Holanda. Rápidamente los judíos observantes organizaron un Minián para las Plegarias de la mañana. Cuando mi esposo se abrió el saco para vestir su Talit, quedó a la vista su camisa manchada. No pude resistirme y exclamé: “¡Qué sucia está esa camisa!”. Frente a nosotros se hallaba un muchacho que observaba toda la escena. Al oír mis palabras sonrió. Mi marido se percató de ello y preguntó: “¿Sos argentino?”. El joven respondió positivamente. También era iehudí. Y entonces, llegó la pregunta de rigor: “¿Ya colocaste Tefiín hoy?”. No, nunca los había colocado. Y allí mismo, con la camisa manchada, un iehudí realizó su Bar Mitzvá.

*Viajamos con un grupo de adolescentes de la ciudad de Concordia- Entre Ríos- a Israel, en un inolvidable viaje de estudios. Ya en vuelo, nos informaron que en esa primera etapa del viaje no había suficientes bandejas de comida kasher. Después de las aclaraciones y disculpas pertinentes de parte de la tripulación, el hombre sentado al lado de mi esposo comenzó a indagar acerca de qué era la dieta kasher. La charla duró toda la noche. El hombre, que era profesor de la universidad, se mostraba muy interesado. Finalmente, cuando al amanecer mi marido se preparó para colocarse el Talit y sus Tefilín, el hombre le confesó que era judío. Resultado: Bar Mitzvá a 10.000 metros de altura.

*Este año, vacaciones en Bariloche. Muy tranquilas y sin demasiada aventura. Se nos rompió el automóvil. Ubicados muy lejos de todo, en medio del bosque, los trámites a realizar por el alquiler del lugar se dificultaban. La intermediaria, una mujer judía, nos enviaría a alguien para firmar los papeles. Esa tarde llegó un muchacho en moto. En medio de la conversación de rigor, le confesó a mi esposo que no trabajaba en la empresa. Sólo le hacía un favor a su hermana, la intermediaria. ¡Era ihudí!. “¿Y qué hay de los Tefilín?” “No, nunca”. Sí, ya saben... Bar Mitzvá en el bosque.

No piensen que se trata de casos aislados o de una “manía” de mi marido. Cada jasid de Jabad tiene cientos de historias parecidas. Esto es simplemente el llevar a cabo lo que el Rebe nos enseñó: No hay que desperdiciar ninguna oportunidad. Tefilín y viajes son totalmente compatibles. De vacaciones, o por trabajo. A propósito... ¿Ya colocó Tefilín hoy?
Miriam Kapeluschnik

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